lunes, 23 de enero de 2012

La verdadera obediencia. (1ª parte)

   Hoy en día pareciera que la palabra obediencia está de moda. Muchos se llenan la boca hablando de ella, pero la mayoría de las veces desconocen su real significado. Creen que obedecer significa lo que ellos dictaminan que signifique. Estos en verdad, utilizan la obediencia como una excusa para que las personas se les sometan sin protestar, y SIN CUESTIONAR. Ignoran, o prefieren ignorar, cuando Jesús- justamente hablando de la autoridad en el reino de Dios- dijo que “entre vosotros no será así” (Mt. 20:26a). Refiriéndose a este tema siguió hablando aún más claramente “el que quiera hacerse grande entre vosotros será vuestro servidor.”(V.26b).

   Al indagar sobre esto veamos primero la definición de autoridad según el diccionario, la cual es: “Potestad, facultad de mandar y hacerse obedecer. Persona que la ejerce.” En cuanto a la palabra obedecer (obediencia), encontramos que es: “1. Cumplir lo que otro manda. 2. Responder algo a la acción que sobre ello ejerce alguien o algo.” Por lo tanto, es un asunto simple de entender. Pero… ¡Oh, sorpresa! Relacionada a esta palabra, también aparece otra más contundente: SOMETER. Al buscar en el diccionario vemos que tiene tres acepciones: “1. Sujetar, humillar a alguien. 2. Hacer que una persona o cosa reciba o soporte cierta acción. 3. Subordinar la voluntad o el juicio a los de otra persona.” Entonces, me viene a la mente otra que suena todavía más terrible: DESPOTISMO, la cual significa,-según el diccionario: “Autoridad absoluta no limitada por las leyes. /  Abuso de poder o fuerza.”  Y es justamente ahí donde comienzan los problemas, en cuanto aparece en escena el abuso.  De este modo vemos que el problema NO es la autoridad, NO es el poder; tampoco la obediencia (Porque si en verdad lo fuera, estaríamos ante otro tipo de conflicto; muy grave por cierto, pero que no un tema que tocaremos en esta ocasión.). La cuestión que molesta, y mucho, es el Abuso. Como vimos líneas más arriba, el abuso de poder o fuerza. Esto es, cuando el uso se convierte en abuso. Recordemos las palabras de Jesús: “Los gobernantes de las naciones se enseñorean de ellas, y los que son grandes ejercen sobre ellas potestad.” (Mt. 20:25). Y sigue diciendo luego: “Pero entre vosotros NO SERÁ ASÍ, sino que el que quiera hacerse grande entre vosotros será vuestro servidor “(V. 26). Lo que aquí quería Jesús que nosotros entendiésemos, era que esto no tenía que ser así en el reino de Dios. Por algo Él dijo que su reino no es de este mundo. Con esto quiso decir que dentro de su reino no se debía usarse o regirse por principios del
sistema del mundo, que viven sin Dios. Esto es, que no debemos enseñorearnos de las cosas o de las personas, como si ellas fueran propiedad nuestra. Ellas no nos pertenecen; Dios nos las dio en mayordomía, para que nosotros las cuidásemos hasta que Él vuelva. ¡Recuerden eso! Entonces, ¿por qué nos apropiamos de las personas (y pensamos que son cosas), y buscamos someterlas a nuestra voluntad a como dé lugar?

   Es verdad que nos debemos someter, pero a Dios como dice en Santiago 4:7. Ahí vemos que someternos a Dios implica seguir sus palabras, es hacer lo que Él nos diga que hagamos. Todo esto además implica, someterme a las autoridades y leyes civiles (Ro.13: 1-6). En cuanto a la vida en la comunidad de la iglesia, nos insta a estar sujetos a nuestros pastores, líderes, ancianos (1Pe. 5:5; He. 13:17). Pero también es importante resaltar que en 1 Pe. 5: 1-3 les habla Dios,-a través del Apóstol Pedro- a los ancianos (líderes, pastores), como deben ejercer esa autoridad. Porque esto no es de cualquier manera; asimismo, no es con los parámetros del mundo ni tampoco se trata de “mezclar los parámetros”, alternando los mismos según nuestra conveniencia. Como dice en el versículo 2 es “Apacentad (Apacentado) la grey de Dios, cuidando de ella, NO POR FUERZA, sino voluntariamente” y, “no como teniendo señorío sobre los que están a vuestro cuidado, sino siendo ejemplo” (V.3). Porque de lo contrario dicha autoridad será resistida (3 JN 9-10). Meditemos cuidadosamente en estos versículos. A través de la Palabra podemos ver que la obediencia debe ser como Dios manda y no como a nosotros nos parece. Para aclarar mejor este punto, primero diré lo que NO ES obediencia. Entonces, obediencia (sujetarse, someterse, etc.), NO ES 1- Someterse CIEGAMENTE a todo lo que el líder prescribe u ordene unilateralmente. 2- NO Es decirle SI a TODO lo que este diga, para no contrariarlo, porque como él es el que tiene autoridad, yo debo siempre obedecer SIN CUESTIONAR. 3- NO ES, tampoco, acatar CUALQUIER orden que este me imparta, sin siquiera ANALIZARLO (AUNQUE SEA MÍNIMAMENTE),  a la luz de la Palabra…¡¡y del sentido común!! 4-Obediencia TAMPOCO implica- ¡de ninguna manera!- dejarme maltratar o manipular por NADIE, por más que se diga líder, pastor o ungido. Porque quien verdaderamente lo es, no practica tales cosas.

  

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