lunes, 23 de enero de 2012

Esta es tu temporada

   Lo que quiero decirte hoy es que este es tu día, y tu tiempo para la victoria. Es importante que puedas creerlo. Porque vendrá el enemigo- o gente bien intencionada pero usada por el enemigo-  a ti para decirte cosas en contrario. O a veces pueden ser pensamientos de derrota que el diablo querrá instalar en tu mente, pero no debes hacer caso ni darle lugar a ningún pensamiento negativo. Recuerda siempre que los pensamientos de Dios para cada uno de nosotros, son pensamientos de bien, y no de mal (Jer. 29:11). En Cantar de los Cantares declara esta palabra que han brotado las flores en la tierra, que el tiempo de la canción ha venido (Cap. 2:11-12). Esto significa que lo mejor de Dios viene para tu vida hoy. Será tu tiempo de florecer y de cantar. Será tu tiempo de bendiciones sin igual.

   Esta es tu mejor temporada, porque hoy es el día de tu jubileo. Hoy es el día en que recuperas todo lo que has perdido. Esta es la hora en que tendrás restitución en todas las áreas de tu vida. Serás levantado y bendecido como nunca antes, porque Dios lo hará todo nuevo en tu vida, como nunca se ha visto anteriormente (Is. 43:19).

   Hoy es el tiempo en que el Señor ha abierto una puerta grande para ti, que nadie la podrá cerrar (Ap. 3:8). Por eso mismo en este día tú serás cabeza y no cola. Tus días malos son historia. Nunca más volverás a estar abajo.

   Asimismo en este tiempo, las ventanas de los cielos están abiertas para ti. Porque has creído y obedecido a su Palabra, la bendición siempre te seguirá.
Serás bendito en todo. En lo espiritual y en lo material, nada te faltará. Porque Dios te suplirá en todo, para que puedas llegar a ser de gran bendición y así cumplir su propósito en tu vida.

  Por eso ¡alégrate! Porque el día de tu jubileo es hoy, el día de tu bendición y tu victoria sin igual. En esta hora  serás levantado y recuperarás con creces lo perdido. Recuerda, hoy es el tiempo en que Dios te levanta y te pone en alto. Tu mejor temporada es hoy. Él convierte tus lágrimas en cantos de regocijo.

La verdadera obediencia. (2ª parte)

   Siguiendo con la lista, 5-NO ES  obedecer, en el sentido que la Biblia enseña, hacerme partícipe o cómplice, de cualquier clase de chismes o habladurías malintencionadas acerca de los hermanos; más aún, de tomar una posición pasiva ante todo esto, y aún permitir, -o permitirme- prestar oídos a cualquier clase de infamia, calumnia, difamación o acusación falsa acerca de alguien por el cual Cristo también murió. Todo esto, claro, siempre muy bien disfrazado de “argumentos” “espirituales”. 6-TAMPOCO es obediencia, vale aclarar, el que alguien – sin importar el cargo o título que tenga dentro de la iglesia- te CONMINE O COACCIONE,  para que tengas determinadas actitudes hacia ciertas cosas o personas; sin importarle que esto pueda ir contra la Palabra de Dios. Es decir, para que se entienda bien, que por ejemplo un líder o pastor diga, o te diga directamente: “No te juntes con el hermano Fulano o Mengano, porque está en rebeldía”, o influenciarte sutilmente para que no lo hagas, o para que no hables con determinadas personas; a veces hasta el punto de que termines siendo descortés con los hermanos, en nombre de una sujeción muy mal entendida. Asimismo podría seguir extendiéndome mucho más, y dando algunos ejemplos más de estos desastres, pero ahora me detendré aquí.

   De este modo podemos ver que obedecer es hacer lo que Dios quiere que hagamos. Es buscar agradarle y hacer su voluntad, sin importar el costo que esto traiga. Justamente esto es lo que hicieron Pedro y los apóstoles al ser amenazados por el liderazgo religioso de aquel entonces, para que no continuaran hablando en el nombre de Jesús (Hechos 5:24-29). En este último versículo está la respuesta: “Es necesario obedecer a Dios ANTES que a los hombres”. Aún más, vemos en el capítulo anterior del mismo libro de Hechos, pero en el versículo 19, que dice: “Juzgad si es justo delante de Dios obedecer a vosotros ANTES  que a Dios”.  Por eso mismo, el reino de Dios no es para los cobardes sino para los valientes que están dispuestos a pagar el precio. ¿Qué cual precio? El precio de conocer y practicar la verdadera obediencia a pesar de todo. Nada más y nada menos. Consiste esto en: guardar nuestro corazón de toda cosa que al Señor no le agrada, leer y meditar en la Palabra diariamente, no descuidar nuestra intimidad o comunión con el Señor, tener compañerismo con nuestros hermanos en la fe –es decir, congregarnos-;y, por sobre todas las cosas, crecer y desarrollarnos en el amor que viene de Dios. En todo esto, consiste la verdadera obediencia. Bendecidos.

 

La verdadera obediencia. (1ª parte)

   Hoy en día pareciera que la palabra obediencia está de moda. Muchos se llenan la boca hablando de ella, pero la mayoría de las veces desconocen su real significado. Creen que obedecer significa lo que ellos dictaminan que signifique. Estos en verdad, utilizan la obediencia como una excusa para que las personas se les sometan sin protestar, y SIN CUESTIONAR. Ignoran, o prefieren ignorar, cuando Jesús- justamente hablando de la autoridad en el reino de Dios- dijo que “entre vosotros no será así” (Mt. 20:26a). Refiriéndose a este tema siguió hablando aún más claramente “el que quiera hacerse grande entre vosotros será vuestro servidor.”(V.26b).

   Al indagar sobre esto veamos primero la definición de autoridad según el diccionario, la cual es: “Potestad, facultad de mandar y hacerse obedecer. Persona que la ejerce.” En cuanto a la palabra obedecer (obediencia), encontramos que es: “1. Cumplir lo que otro manda. 2. Responder algo a la acción que sobre ello ejerce alguien o algo.” Por lo tanto, es un asunto simple de entender. Pero… ¡Oh, sorpresa! Relacionada a esta palabra, también aparece otra más contundente: SOMETER. Al buscar en el diccionario vemos que tiene tres acepciones: “1. Sujetar, humillar a alguien. 2. Hacer que una persona o cosa reciba o soporte cierta acción. 3. Subordinar la voluntad o el juicio a los de otra persona.” Entonces, me viene a la mente otra que suena todavía más terrible: DESPOTISMO, la cual significa,-según el diccionario: “Autoridad absoluta no limitada por las leyes. /  Abuso de poder o fuerza.”  Y es justamente ahí donde comienzan los problemas, en cuanto aparece en escena el abuso.  De este modo vemos que el problema NO es la autoridad, NO es el poder; tampoco la obediencia (Porque si en verdad lo fuera, estaríamos ante otro tipo de conflicto; muy grave por cierto, pero que no un tema que tocaremos en esta ocasión.). La cuestión que molesta, y mucho, es el Abuso. Como vimos líneas más arriba, el abuso de poder o fuerza. Esto es, cuando el uso se convierte en abuso. Recordemos las palabras de Jesús: “Los gobernantes de las naciones se enseñorean de ellas, y los que son grandes ejercen sobre ellas potestad.” (Mt. 20:25). Y sigue diciendo luego: “Pero entre vosotros NO SERÁ ASÍ, sino que el que quiera hacerse grande entre vosotros será vuestro servidor “(V. 26). Lo que aquí quería Jesús que nosotros entendiésemos, era que esto no tenía que ser así en el reino de Dios. Por algo Él dijo que su reino no es de este mundo. Con esto quiso decir que dentro de su reino no se debía usarse o regirse por principios del
sistema del mundo, que viven sin Dios. Esto es, que no debemos enseñorearnos de las cosas o de las personas, como si ellas fueran propiedad nuestra. Ellas no nos pertenecen; Dios nos las dio en mayordomía, para que nosotros las cuidásemos hasta que Él vuelva. ¡Recuerden eso! Entonces, ¿por qué nos apropiamos de las personas (y pensamos que son cosas), y buscamos someterlas a nuestra voluntad a como dé lugar?

   Es verdad que nos debemos someter, pero a Dios como dice en Santiago 4:7. Ahí vemos que someternos a Dios implica seguir sus palabras, es hacer lo que Él nos diga que hagamos. Todo esto además implica, someterme a las autoridades y leyes civiles (Ro.13: 1-6). En cuanto a la vida en la comunidad de la iglesia, nos insta a estar sujetos a nuestros pastores, líderes, ancianos (1Pe. 5:5; He. 13:17). Pero también es importante resaltar que en 1 Pe. 5: 1-3 les habla Dios,-a través del Apóstol Pedro- a los ancianos (líderes, pastores), como deben ejercer esa autoridad. Porque esto no es de cualquier manera; asimismo, no es con los parámetros del mundo ni tampoco se trata de “mezclar los parámetros”, alternando los mismos según nuestra conveniencia. Como dice en el versículo 2 es “Apacentad (Apacentado) la grey de Dios, cuidando de ella, NO POR FUERZA, sino voluntariamente” y, “no como teniendo señorío sobre los que están a vuestro cuidado, sino siendo ejemplo” (V.3). Porque de lo contrario dicha autoridad será resistida (3 JN 9-10). Meditemos cuidadosamente en estos versículos. A través de la Palabra podemos ver que la obediencia debe ser como Dios manda y no como a nosotros nos parece. Para aclarar mejor este punto, primero diré lo que NO ES obediencia. Entonces, obediencia (sujetarse, someterse, etc.), NO ES 1- Someterse CIEGAMENTE a todo lo que el líder prescribe u ordene unilateralmente. 2- NO Es decirle SI a TODO lo que este diga, para no contrariarlo, porque como él es el que tiene autoridad, yo debo siempre obedecer SIN CUESTIONAR. 3- NO ES, tampoco, acatar CUALQUIER orden que este me imparta, sin siquiera ANALIZARLO (AUNQUE SEA MÍNIMAMENTE),  a la luz de la Palabra…¡¡y del sentido común!! 4-Obediencia TAMPOCO implica- ¡de ninguna manera!- dejarme maltratar o manipular por NADIE, por más que se diga líder, pastor o ungido. Porque quien verdaderamente lo es, no practica tales cosas.

  

lunes, 16 de enero de 2012

Como generar un ambiente de bendición.

Como cristianos, tenemos muchas oportunidades de ser de bendición a los que nos rodean. Es decir, que en lugar de tener la misma mentalidad de los que no tienen a Dios y quejarnos de lo mal que andan las cosas, podemos ser luz y testimonio en medio de ellos (Ef. 5: 6-11). Entonces, en lugar de acoplarnos al discurso negativo del mundo, nosotros, como hijos de Dios hagamos la diferencia. Por lo tanto, en cualquier lugar que estemos procuremos generar una atmósfera de bendición. En toda circunstancia busquemos aportar cosas buenas y no de las otras (Ef. 5: 1-5). Así sea una palabra de ánimo, de ayuda a alguien, o lo que fuera; lo importante es la actitud con que lo hagamos.

   Así, si uno anhela ser de ayuda o bendición, no es algo que sea  muy rebuscado o difícil de hacer. Tenemos muchas maneras de generar un ambiente de bendición en donde sea que estemos. Aunque para lograr este cometido debemos primeramente, generar nosotros una atmósfera agradable con nuestras actitudes y hechos, lo cual tienen origen en una mentalidad renovada con la Palabra, ya que de otro modo no funciona (Ef. 5: 19-20, Fil.4:8). Entonces, teniendo en cuenta lo dicho precedentemente, aquí paso a dar algunos ejemplos prácticos.

   1) Generamos un ambiente de bendición cuando somos de ayuda a otros, y no de estorbo. (Gá. 5:7-10, 25-26).
   Cuando somos personas que estamos dispuestas a ser de ayuda en donde sea que Dios nos haya colocado, - así sea en el trabajo, en la iglesia o aún en nuestro hogar- procuramos tener una actitud positiva y de servicio al otro. Busquemos, asimismo, no ser como esa gente que nos complican las cosas, sino seamos conocidos por ser todo lo contrario.

   2) Generamos una atmósfera de bendición  cuando somos la solución y no el problema. (2Ti. 2:25).
   Esta es similar a la primera, pero acá se enfatiza más que, cuando hay un conflicto en algún lado, nosotros seamos conocidos por aportar soluciones o respuestas; y no por ahogarnos en un vaso de agua. Ni tampoco seamos de los que se pasan hablando de lo grande que es el problema. Por eso procuremos hablar palabras de bendición o de ánimo en toda circunstancia, ya que una atmósfera de bendición  atrae la bendición.

   3) Generamos un ambiente de bendición cuando ponemos paz en medio de la contienda. (2Ti. 2: 23-24).
   En esto se refleja el verdadero carácter del cristiano, que tiene la paz y el fruto del Espíritu. Entonces, en donde haya pelea, discusión, divisiones, o cualquier clase de tirantez, él actuará en sabiduría y amor, conciliando, poniendo paz y generando un buen clima a su alrededor. Aunque aquí vale hacer una aclaración: todo esto lo haremos en la medida de lo posible. Porque a veces es más sabio callarse, y huir. Esto es, retirarse para no sufrir daño de balde. Por eso en todo nuestro proceder tengamos sabiduría.

   4) Contribuimos a generar una atmósfera de bendición cuando confrontamos los problemas en sabiduría, en lugar de ignorarlos o encubrirlos. (Prov. 28:13, Gá. 6:1).
   Esto es algo que suele pasar seguido en las iglesias. Pero el barrer la basura bajo la alfombra nunca ha sido la solución en ningún lugar del mundo. Aunque cueste, hay que enfrentar los conflictos con la sabiduría de Dios. Aunque a algunas personas les resulte incómodo, es de esa forma que funcionan las cosas. Asimismo, al hacer las cosas de la manera correcta redundará en bendiciones sin igual.

   5) Cuando le hacemos un regalo a alguien, así sea grande o pequeño, también contribuimos a generar una atmósfera de bendición. (He. 13:16, Gá. 6:9-10).
   Por ahí no tengamos un cargo o puesto influyente, pero aun así podemos poner nuestro granito de arena para crear un ambiente agradable en el lugar en que estemos. Puede ser con una palabra oportuna alguien, o aún regalándole algo aunque parezca algo sin importancia. Para Dios siempre es importante porque Él ve tu corazón más allá de las apariencias.
  

   Vimos asimismo, algunas pautas prácticas para generar un ambiente de bendición alrededor nuestro. En primer lugar,  ser de ayuda y no de estorbo. Luego vimos la importancia de ser de ayuda, y no de estorbo para los que están cerca nosotros. En tercer lugar vimos poner paz en medio de la contienda; siempre que sea posible, claro está. Cuidemos no ser de los quieren apagar incendios con nafta, o de poner leña al fuego. Seamos pacificadores. El cuarto punto que vimos era el confrontar los conflictos que pudieran surgir, con la sabiduría de Dios, en amor y misericordia; que es la única manera posible, ya que de otra forma sabemos que no funciona. Y en quinto y último lugar, también vimos que se puede generar una atmósfera de bendición aún haciéndole un regalo a alguien, o alguna otra cosa que por ahí se vea pequeña. Pero para Dios no hay cosas pequeñas o sin importancia, porque recordemos que Él mira nuestro corazón.
  
   Por lo tanto, procuremos en todo tiempo, ser de bendición en donde sea que Dios nos haya colocado.