sábado, 16 de noviembre de 2013

Por más que conspiren, en ti confío.


   Es en esos momentos cuando sientes que tu problema, tu lucha, o tu tribulación, parece más grande que cualquier otra cosa; es en esa circunstancia cuando más te debes tomar de Dios y confiar en Él. Poner tu mirada sólo en Él, y no prestarle atención al enemigo cuando quiera venir a tí con pensamientos negativos y malos. Yo no sé lo que a ti te pueda estar sucediendo, o el tamaño de tu problema. Pero Dios lo sabe, y puedes tener confianza en su fidelidad y su poder. Por eso mismo te dejo estas palabras que a mí me han servido; y no permitas que nada ni nadie apague tu fe en el Soberano y Todopoderoso Dios.

  
Isaías 54:15 y 17. Si alguno conspirare contra ti, lo hará sin mí; el que contra ti conspirare, delante de ti caerá. Y  Ninguna arma forjada contra ti prosperará, y condenarás toda lengua que se levante contra ti en juicio. Esta es la herencia de los siervos de Jehová, y su salvación de mí vendrá, dijo Jehová.
   Salmo 35.Se levantan testigos malvados; De lo que no sé me preguntan; Me devuelven mal por bien, Para afligir a mi alma. Pero yo, cuando ellos enfermaron, me vestí de cilicio; Afligí con ayuno mi alma, Y mi oración se volvía a mi seno. Como por mi compañero, como por mi hermano andaba;
Como el que trae luto por madre, enlutado me humillaba. Pero ellos se alegraron en mi adversidad, y se juntaron; Se juntaron contra mí gentes despreciables, y yo no lo entendía; Me despedazaban sin descanso; como lisonjeros, escarnecedores y truhanes, Crujieron contra mí sus dientes. Señor, ¿hasta cuándo verás esto? Rescata mi alma de sus destrucciones, mi vida de los leones. Te confesaré en grande congregación; Te alabaré entre numeroso pueblo. No se alegren de mí los que sin causa son mis enemigos, Ni los que me aborrecen sin causa guiñen el ojo. Porque no hablan paz; Y contra los mansos de la tierra piensan palabras engañosas. Ensancharon contra mí su boca; Dijeron: ¡Ea, ea, nuestros ojos lo han visto! Tú lo has visto, oh Jehová; no calles; Señor, no te alejes de mí. Muévete y despierta para hacerme justicia, Dios mío y Señor mío, para defender mi causa. Júzgame conforme a tu justicia, Jehová Dios mío, Y no se alegren de mí. No digan en su corazón: ¡Ea, alma nuestra! No digan: ¡Le hemos devorado! Sean avergonzados y confundidos a una los que de mi mal se alegran; Vístanse de vergüenza y de confusión los que se engrandecen contra mí. Canten y alégrense los que están a favor de mi justa causa, Y digan siempre: Sea exaltado Jehová, que ama la paz de su siervo. Y mi lengua hablará de tu justicia Y de tu alabanza todo el día.(Vs. 11-28). 

  
En todo tiempo busco confiar y apoyarme en Ti, Señor. Sé que siempre conmigo estarás y nunca me abandonarás. Porque sé que al confiar en ti, no seré tampoco avergonzada porque tú eres un  Dios fiel y que siempre cumples tu palabra. Por eso que en tu Palabra yo me apoyo, que nunca falla. Porque las personas fallan y aún mienten, pero tú, Señor, nunca te equivocas y tus designios son santos y perfectos. Por más trabas y dificultades que el enemigo me quiera poner, sé que tu voluntad y tu propósito en mi vida se cumplirá. Sé que no peleo sola. Sé que de Ti nadie se puede esconder ni burlar. La ley de la siembra y la cosecha aún sigue vigente, y siempre se cumple. Que los que conspiraron contra mí no quedarán impunes. Tú los has visto, Dios. Sabes quienes son porque nadie puede esconderse ni escaparse de Ti, que eres tan grande y poderoso. Porque tú conoces mi dolor y mis lágrimas derramadas por tanta injusticia que me han hecho. En Ti confío, Cristo Jesús, porque sé que me darás la victoria y porque tienes misericordia de mí. Porque tus misericordias son nuevas cada día, y nunca se terminan. En Ti espero porque sé que me recompensarás y me darás mucho más de lo que yo me podría imaginar. Sé que todo esto que ha venido pasando no ha sido en vano, que no me iré con las manos vacías ni triste. Sé que hay un propósito bueno y que esta vez será diferente porque me tomé de tu mano con todo mi ser. Por más que haya gente a la que le moleste y aún trate de poner todas las piedras posibles en el camino, aún así venceré. Porque en Ti, Cristo Jesús, soy vencedora y más que vencedora. Por más que haya gente a la que le moleste, ganará el amor y no el odio. Y hoy será el día de mi milagro. En Ti confío, bendito Dios.

Silvia ’13.

martes, 10 de septiembre de 2013

Lo que somos y tenemos en Cristo. (Basado en el libro de Efesios).



   A través de todo el libro de Efesios podemos ver lo que somos al estar en Cristo, y los beneficios que en Él tenemos. En primer lugar podemos ver que al estar en Cristo somos BENDITOS, porque él nos bendijo con toda bendición espiritual en los lugares celestiales (V.1 del capítulo 1). Esto significa que por la victoria de Cristo Jesús podemos disfrutar de sus beneficios. Inmediatamente después vemos, además,  que  somos ESCOGIDOS por él antes de la fundación del mundo(V.4). Avanzando un poco más, también vemos que el Padre nos ADOPTÓ COMO HIJOS SUYOS por su voluntad; y en él somos ACEPTOS(V.6).
   Continuando con el capítulo 1 vemos en estos versículos que siguen, unas cuantas cosas más que somos y tenemos en Cristo. Una de éstas es, REDENCIÓN  por su sangre, PERDÓN DE PECADOS,  y nos mostró su voluntad(Vs.7,8,9). En Cristo Jesús somos HEREDEROS, porque en él tenemos HERENCIA(V.11). Al tener herencia, somos SELLADOS  con el Espíritu Santo de la promesa(V.13). Cuando en el versículo siguiente se habla de “arras” esto significa que nosotros tenemos un anticipo de la promesa, que lo podremos disfrutar en forma completa cuando estemos en la gloria.
   Avanzando un poco más, en los versículos 17 y 18 del mismo capítulo primero, vemos que otra de las cosas que Cristo nos da es, espíritu de sabiduría y revelación para que conozcamos más de él, y así, nos abre el entendimiento para que tengamos cada vez más revelación acerca de las verdades más profundas de la fe.
   Entrando ya en el capitulo 2 nos encontramos con la palabra clave aquí: GRACIA, la cual significa regalo, bondad excepcional de parte de Dios a los seres humanos. Es decir, que según los versículos 8 y 9 la gracia de Dios se manifestó a nosotros dándonos el regalo inmerecido de la salvación a través de Cristo. Porque debemos tener claro que Dios nos dio este regalo a pesar de no merecerlo por estar muertos en el pecado; y que no teníamos posibilidad alguna de obtener el perdón por nuestros propios méritos. La salvación es un don de Dios, un regalo que a Él le place darnos por su infinita misericordia y bondad, y que sólo podemos recibir a través de la fe. Por eso es importante recalcar que no es por obras ni mérito propio.
   Ligado directamente a esto también tenemos que en Cristo Jesús hemos sido RECONCILIADOS con Dios, por medio de la cruz. Porque sólo por su perdón fuimos librados de la condenación, y nuestra deuda con el Padre pudo ser pagada por su obra redentora.
   En el capítulo 3 podemos ver que Él nos da fortaleza a través de su Espíritu, porque habita Cristo por la fe en nuestros corazones; y también por su Espíritu somos llenos de toda la plenitud de Dios(Vs.16-19).
   Ya en el capítulo 4 vemos que Dios nos da diferentes dones para que seamos de edificación a la iglesia, para perfeccionar a los creyentes para la obra del ministerio; y esto es algo que Cristo mismo nos da para que nos ayudemos y edifiquemos en amor(Vs.11-16).
   Por último, ya avanzando al capítulo 6 vemos que Dios nos equipa con diferentes armas espirituales, para que podamos hacer frente con eficacia, a los ataques de nuestro enemigo el diablo. Esto nos muestra que el Señor nunca nos deja solos ni con las cosas a medias; él siempre nos provee de todo lo que necesitamos.  Porque nuestra lucha no es contra sangre ni carne, es por eso que él nos da las armas espirituales que están especificadas en su Palabra, y nos insta a tomarlas cuando nos dice que tomemos toda la armadura(Vs. 15-19).
   Entonces, resumiendo, hemos visto que al estar en Cristo somos Salvos por gracia, Benditos, Escogidos, Perdonados, Herederos, Aceptos, somos Hijos Suyos, Redimidos, Reconciliados, y somos Sellados con el Espíritu Santo. En cuanto a lo que tenemos al estar en Cristo se cuenta, el tener Herencia, Bendición, tenemos Salvación y Perdón de nuestros pecados por su gracia infinita. También al estar en Cristo gozamos del beneficio de tener los Dones que él nos da para que seamos de edificación a la iglesia. Además también nos provee de Armadura espiritual para que podamos tener victoria sobre el enemigo.
   Haciendo asimismo un breve resumen, hasta aquí hemos visto algunos beneficios de los que gozamos al estar en Cristo. Es decir, lo que somos y tenemos en él, sólo tomando el libro de Efesios.
SILVIA’13.
  


lunes, 24 de junio de 2013

Por qué somos: Vencedores/Herederos/Benditos/Reyes y Sacerdotes. (Breve explicación)


  
    Sabemos que al venir Cristo a nuestras vidas, Él nos hace salvos porque tenemos vida a través de su sangre. Es por eso que en Cristo tenemos una paz como el mundo jamás podría darla, porque su Santo Espíritu llena todo nuestro ser. Por todo esto es que en Él y por Él, somos vencedores, herederos, benditos, y somos reyes y sacerdotes porque fuimos hechos hijos suyos por medio de Jesucristo, nuestro Salvador.
  
   Entonces, somos:

   Vencedores: Porque Cristo es vencedor. En la cruz del Calvario Él venció a la muerte cuando resucitó al tercer día. Col. 2:14-15, 1ªCo.15:20, 57. Por eso mismo, al estar en Cristo somos más que vencedores en Él, tal como dice en Romanos 8:37, 31.

   Herederos: Porque al estar en Cristo tenemos herencia a través de Él (Ef.1:11-14), al ser adoptados hijos suyos (JN 1:12-13; Ef.1:5), y sellados con el Espíritu Santo de la promesa. “Arras” es esta promesa o garantía (2ªCo. 1:21-22). Dentro de lo que es la herencia tenemos redención por su sangre, y el perdón de pecados (Ef.1:7).

   Benditos: Además de ser ya benditos porque en Cristo tenemos herencia (Ef.1:11); también somos benditos porque Dios nos bendijo con toda bendición espiritual en Cristo (Ef.1:3, 7-8). Somos benditos porque Él nos suple conforme a sus riquezas en gloria (Fil. 4:19). Porque Dios es poderoso para hacer todas las cosas mucho más abundantemente de lo que pedimos o entendemos (Ef. 3:20-21). Y en Dios todas sus promesas son SI y AMÉN (1ªCo.1:20). También podemos agregar dentro de este punto, aunque algo ya hice referencia unas líneas  más arriba, que en Cristo somos ricos. Pero no como el mundo entiende las riquezas, sino en un sentido mucho más profundo y espiritual; esto es, en el sentido que la Biblia lo enseña: Col. 2:2-3, Ef.1:17-19, Ro.8:32.

   Reyes y Sacerdotes: Bajo el nuevo Pacto Dios nos hizo reyes y sacerdotes para Él. Porque en el antiguo Pacto sólo unos pocos eran sacerdotes, y eran los privilegiados que podían tener acceso directo al trono de Dios a través de los sacrificios expiatorios de animales. Por eso a través de Cristo Jesús fuimos hechos reyes y sacerdotes, y podemos ofrecer sacrificios espirituales aceptables a Dios (1Pe.2:5); además tenemos acceso directo al trono de Dios, ya que al tener libre acceso podemos acercarnos con confianza a través de Jesús, ya que Él es nuestro sumo sacerdote (He.4:14-16). El ser reyes y sacerdotes también implica  ser luz al mundo que está en tinieblas (Ef.5:8); y en Cristo además somos reyes porque reinaremos con Él en el futuro (Ap.20:6).
  
   Silvia’13
  


   

domingo, 23 de junio de 2013

Cuando el descuido se vuelve apostasía.


   Aunque por ahí parezca que suene demasiado drástico, es muy cierto que si descuidamos la enseñanza de la sana doctrina podemos fácilmente caer en la apostasía; trayendo consecuencias desastrosas a los que estén dentro de nuestra zona de influencia.  ¿Y que cómo puede ser esto? Veamos primero lo que dice la Biblia en 2ª Juan 9:

   “Cualquiera que se extravía y no persevera en la doctrina de Cristo, no tiene a Dios”

   De aquí que podemos deducir que la apostasía sucede cuando alguien renuncia o apostata de la fe, para seguir otras doctrinas. Esto es, que al apartarse o volverse atrás de lo que creía primeramente, dicha persona se desvía o extravía de la doctrina o creencia que profesaba. Por eso es que Pablo le advierte  a Timoteo acerca de estas cosas en 1ª Ti. 4:16:

   “Ten cuidado de ti mismo y de la doctrina”

   Pero antes de seguir con el tema, explicaré en qué consiste la doctrina, ya que no es cualquier doctrina.
   Vemos en Deuteronomio 6:5 que dice: “Amarás a Jehová, tu Dios, de todo tu corazón, de toda tu alma y con todas tus fuerzas”
    Y en el versículo 14 del mismo capítulo de Deuteronomio:
   “No vayais detrás de dioses ajenos…”
   Si leemos completo Deuteronomio 6:4-9, 13-15 se comprenderá mejor, ya que es muy importante que leamos los pasajes bíblicos dentro de su contexto.
   En el Nuevo Testamento tenemos Romanos 1:3-4 en cuyo texto podemos leer lo siguiente:
    “Evangelio que se refiere a su Hijo, nuestro Señor Jesucristo, que era del linaje de David según la carne, que fue declarado Hijo de Dios con poder, según el Espíritu de Santidad, por su resurrección de entre los muertos”.
   También el texto de Romanos 8:34 habla en este mismo sentido.
   Otros pasajes bíblicos que además podemos incluir aquí son Filipenses 2:6-11, 1ª Ti. 3:16 y 2ª Ti. 2:8, por citar sólo algunos. El de 1ª de Timoteo 3:16 es una gran declaración de fe:
   “Dios fue manifestado en carne, justificado en el Espíritu, visto de los ángeles, predicado a los gentiles, creído en el mundo, recibido arriba en gloria”.

   Hasta aquí, resumido, está lo que es la doctrina de la que está hablando el apóstol Pablo en estos pasajes que hemos visto. Esta es la doctrina que hemos de cuidar: que Jesucristo vino en carne, que es el Hijo de Dios, y que por medio de su obra redentora en la cruz del Calvario, tenemos vida y salvación. Porque su sacrificio fue completo, y fue suficiente. Por esto mismo Cristo es el único mediador entre nosotros y el Padre, ya que por medio de él fuimos reconciliados con Dios. Él es nuestro único y suficiente salvador, y sólo Él merece toda nuestra adoración. Tito 3:4-6, 1ª Ti. 2:5, He. 9:24-28, Ro. 5:10.

   Ahora, volviendo al tema de la apostasía, sabemos que esta consiste en extraviarse de la doctrina de Cristo. Por esta misma causa el que se extravía abre las puertas para que espíritus engañadores tomen posesión de su vida. Y como si con esto fuera poco, la confusión y los falsos maestros que traerán falsas enseñanzas, también harán su aparición en la escena.

   Una de las características inconfundibles de la apostasía es negar la suficiencia de la obra redentora de Cristo. Esto significa que las personas apóstatas le agregarán obras, esfuerzo humano, y demás reglas hechas por el hombre; que buscarán hacer ineficaz la gracia de Dios (Ef. 2:8-9, Ro.5:1-2, 8), lo cual queda en completa contradicción a lo que enseña la Biblia. Del mismo modo, cuando se enseña que hay otros-además de Cristo- que pueden mediar entre Dios y nosotros, también se incurre en herejía ya que también se niega la suficiencia de la obra redentora de Cristo. 1ª Timoteo 2:5 refuta claramente esta falsedad, por nombrar sólo un versículo. Porque por supuesto hay muchos más que refutan esto.

   A todo lo anteriormente dicho,  podemos agregar que el espíritu de error o engaño, lleva a que estas personas crean en diversas doctrinas de demonios tales como, el prohibir cosas que Dios nunca ha prohibido. Por ejemplo: el casarse, o el abstenerse de comer ciertos alimentos (1ª Ti. 4:3-5). El por qué sucede esto tenemos la respuesta en el versículo 2 del mismo 1ª Timoteo 4. Porque toda esta gente al desviarse de la verdad tienen cauterizada la conciencia; es decir, que se les ha oscurecido el entendimiento por causa de la acción de los espíritus engañadores en sus vidas.

   Por todo esto de más está decir que si uno acuerda, o hace alianza con este tipo de personas, estaría incurriendo en yugo desigual, algo que la Biblia condena expresamente en 2ª Co. 6:14-16a. Porque si somos luz no podemos tener comunión con las tinieblas, claro está. Esto no es falta de amor, ni religión ni nada de eso. Es respetar lo que la Biblia dice. Por eso, no pretendamos querer ser más buenos que Dios, ya que nunca podremos porque tal cosa no existe. Lo que sí en cambio lograríamos con eso es entrar en desobediencia a Dios, y en apostasía. Para que quede más claro, y para concluir, el pasaje de 2ª Juan 10 y 11 es más que contundente, ya que no deja lugar a dudas:

  “Si alguno viene a vosotros, y no trae esta doctrina, no lo recibáis en casa, ni le digáis: ¡Bienvenido!
    Porque el que le dice: ¡Bienvenido! participa en sus malas obras.”

   Más claro, échenle agua. Por eso no pretendamos querer quedar bien con todo el mundo; no sea que terminemos quedando mal con Dios. Tengamos cuidado con eso. Bendecidos.

   SILVIA’13.

jueves, 18 de abril de 2013

La música de Dios (3º parte)


Ahora aquí surge otra cuestión: que uno sea influenciado por la cultura circundante es una cosa; en cambio, querer imitar o copiar lo del mundo es algo muy distinto. Esto sí que es algo que nunca he logrado comprender: el querer ganar a la gente para Cristo usando los mismos métodos o recursos del mundo. En lugar de tratar de ser originales, y hacer algo nuevo y fresco, terminamos siendo una fotocopia de los grupos o bandas seculares. Sé que en este punto por ahí, muchos no estarán tan de acuerdo conmigo. Hasta podrían pensar que es una opinión personal mía, y hasta cierto punto, puede que a lo mejor lo sea. Sin embargo, desde hace mucho tiempo hay algo que vengo observando en el campo de la música cristiana, que por cada banda o grupo famoso que aparece a nivel secular; casi siempre, o siempre tal vez, surge la “versión”  cristiana del mismo. Es decir, otro grupo con un estilo muy parecido al “original” pero con la diferencia de que estos hacen música cristiana. Y justamente eso es lo que no me cuadra. De eso es de lo que hablo cuando digo que podemos ser originales, y hacer cosas nuevas. No tenemos necesidad de ser fotocopias de nadie de esta tierra, si Dios nos hizo únicos. Porque si somos hijos de Dios, y sabemos que Él nos puede dar creatividad, no dudemos en pedírsela, y ¡usarla! Generemos cosas nuevas. No nos limitemos a ser reactivos o contestatarios de lo secular. Seamos creativos y originales en todo, lo cual incluye también la música que compongamos. Que nuestro límite sea solamente la Palabra de Dios; es decir, que lo que hagamos musicalmente sea algo agradable al Señor, y con un nivel de excelencia. Porque a Dios debemos darle siempre lo mejor, no algo inferior ni de baja calidad.

   Volviendo al punto principal, acerca de cuál es “la música de Dios”, buscaremos-por si aún queda alguna duda- la única respuesta válida: la respuesta bíblica. Entonces, de acuerdo a la Biblia, uno podría decir que a Dios le agrada la música suave, si sólo ve lo que dice el Salmo 147:1   
“Alabad a JAH, Porque es bueno cantar salmos a nuestro Dios; Porque SUAVE y hermosa es la alabanza.” Sin embargo, también vemos que en el Salmo 30:11-12 el salmista cantó, se alegró, y BAILÓ delante de Dios. En el Salmo 100:1-2 se nos insta a venir a la presencia de Dios con regocijo, servirle con alegría, y cantarle alegre. Y así podría seguir dando muchos ejemplos de esto. Pero sólo daré dos más: los Salmos 148 y 149, en los cuales se puede apreciar que Dios es un Dios dinámico y alegre; no es apagado ni estático. También vemos que a Dios le agrada en gran manera la música. Por eso, no cometamos, entonces, el gran error de querer encerrar a Dios dentro de un estilo de música en particular. No mezclemos nuestros gustos personales con lo que a nosotros nos parece que a Dios le agrada. En la Escritura no dice que a Dios le guste alguna música en especial; como tampoco dice que le disguste alguna otra en particular. Por otro lado lo que sí dice, es que a Dios lo que sí le agrada es un corazón contrito y humillado (Salmo 51:17).

   A Dios también le agrada, como dije antes, que seamos originales, porque dice en varios Salmos que le cantemos cántico nuevo (Salmos 33:1, 40:3, 147:1, y otros más). Además podemos ver en el Salmo 150, que Dios nos exhorta a alabarle con distintos instrumentos de música. Se enumeran varios instrumentos, y no se prohíbe ninguno en especial. Más aún, en el Salmo 149:6 se nombra específicamente a la voz humana cuando dice que, “Exalten a Dios con sus gargantas…” Es decir, se nos exhorta también a cantarle. En cuanto a Efesios 5:19 tiene también el mismo sentido. Por eso, no le hagamos decir a la Palabra, cosas que la Palabra no dice. Recordemos lo que dice al respecto en Ap. 22:18-19.

   Para concluir diremos entonces, que ha quedado más que respondida la pregunta que plateamos al principio, en cuanto a cuál es la música que agrada a Dios. Por eso no le busquemos más el lado complicado al tema, ni emitamos juicios basados en nuestras apreciaciones personales y subjetivas. Dejemos de condenar lo que Dios no condena. Pero eso si, seamos creativos y originales a la hora de componer música o escribir letras. Siempre busquemos nuestro propio estilo, único y personal. En cuanto a los que querían una respuesta más “concreta” en el tema de la música agradable a Dios, como ya dije líneas más arriba, quedó más que claro el asunto. Aunque no fuera de la manera que algunos esperaban.
 SILVIA’13

La música de Dios (2º parte).


   Dijimos anteriormente que más allá del estilo de música que ejecute o cante alguien, está lo que hay en su corazón; esto es, la intencionalidad o el espíritu con que lo hace. Sin embargo, mucho se insiste desde ciertos lugares, en que determinados estilos de música no son de Dios, y que despiertan la carnalidad. Pero también, como ya dije antes, el problema es la naturaleza caída del hombre, y no la música en sí misma. Por eso mismo podríamos decir que, de acuerdo a lo que haya en su interior, así también será su música. Porque en la Palabra también dice que “de la abundancia del corazón habla la boca” (Mt.12:34-35), y además, que por los frutos los conoceremos (Mt.7:20).

   Entonces, si tenemos en cuenta lo anterior, vemos que NO HAY un estilo musical específico que agrade, o desagrade especialmente, a Dios. Afirmar lo contrario, asimismo, no sólo sería una falacia sino que además carecería de sustento bíblico. Para que se entienda mejor, lo diré más gráficamente. Esto es, que cuando se insiste en que, por ejemplo, la música rock  es del diablo; por otro lado, suele ocurrir que se quiere afirmar que cualquier música suave, -como la clásica, por ejemplo- SI es de Dios. Pero al decir esto se ignora peligrosamente que, del mismo modo que hay rockeros (Seculares, se entiende), que viven de cualquier manera y aún practican el satanismo, en su mayoría; asimismo también hay muchos músicos clásicos muy respetados hoy día, que vivieron vidas plagadas de excesos y hundidas en la más profunda carnalidad, y que por esa causa muchos de ellos murieron jóvenes. Podría además dar el ejemplo  de los himnos que por tantos años se han cantado en las iglesias, y que muchos los tienen en un pedestal, y como única música válida. (Si, todavía hay gente que piensa de esa manera tan rígida). Estos himnos, -muchos de ellos muy hermosos, por cierto- fueron compuestos en base a canciones populares de la época, y con la música popular también de aquel entonces. Podríamos agregar que también, en un principio fueron muy resistidos por los más tradicionalistas de la iglesia, porque estos preferían continuar con los Salmos métricos, y no con aquella “música mundana” que tenían los flamantes himnos. Vemos aquí, que aún en los himnos congregacionales quedó la impronta, o influencia, de la música y la cultura de la época en que fueron compuestos. Por eso mismo es imposible, que si uno está dentro de una cultura determinada, no vaya a ser influenciado de alguna manera por esta. (Continúa)

martes, 5 de marzo de 2013

En qué consiste la prosperidad y el ser bendecido.



  

La prosperidad siempre está, aunque no la veas. Tal vez esta no sea como vos la imaginaste. Pero aún así, la bendición sigue estando porque Dios sigue estando, y Él no ha cambiado. A lo mejor hasta te sientas defraudado con Dios porque no te dio ese auto que tanto querías, o no te funcionó ese negocio en el cual tenías puesta tu esperanza de progresar. Pero dejame decirte que el ser bendecido no se refleja en el hecho de tener mucho dinero ni posesiones materiales. Mucha gente hay que tiene estas cosas, y en mucha cantidad a veces, y sin embargo viven perdidos, miserables, y en maldición. Porque el ser verdaderamente bendecido no reside en las cosas materiales, sino en estar en el centro de la voluntad de Dios (Juan 4:34). Por algo el Señor dice en su Palabra, que su bendición es la que enriquece y no añade tristeza con ella (Prov. 10:22). Por algo nos dice también, que su reino no es comida ni bebida. Porque la verdadera riqueza, la verdadera bendición, es la eterna, la que jamás se corrompe. Porque es la que “acumulamos” en el cielo, donde nada ni nadie la puede robar, y nunca perece (Mateo 6:19-20). Esa es la bendición que viene del Señor.

   Por eso mismo también nos dice Dios que no nos afanemos ni preocupemos por las cosas materiales, ya que Él nos provee de acuerdo a nuestra necesidad. Porque Dios conoce todo lo que nos hace falta, y nos suple, es que debemos desarrollar nuestra confianza en su provisión (Mt. 6:25-34). Dios nunca nos abandona ni nos deja desnudos. Sin embargo, el deseo de Dios es que no nos enfoquemos en las cosas materiales, que perecen, sino en las eternas, que son las que perduran (Col.3:2). Porque debemos tener presente que Dios es nuestro proveedor, y que si confiamos en Él nada nos va a faltar nunca (Salmo 23:1, Filipenses 4:19). Tal vez todo esto rompa bastante con tu idea de prosperidad, bendición y riqueza que te habías hecho. Pero esto no quiere decir tampoco que Dios te quiere pobre, miserable o pasando necesidad; sino más bien todo lo contrario. Es que Dios es un Dios bueno, misericordioso y no se contradice ni cambia. Si Él cuida de las aves, cuidará también de ti. Creelo, no lo dudes. El Señor lo dice en su Palabra en Mateo 6:26-30. Por eso, si el Señor se convierte en tu confianza, y en tu proveedor, verás que Él nunca te defraudará. Es más, tu provisión está garantizada porque la verdadera prosperidad no consiste en la abundancia de bienes materiales, o prestigio, o dinero, y ni aún en muchos títulos; sino en que nunca nada te faltará. Porque Él siempre estará con vos, y nunca te dejará si lo buscás con todo tu corazón.

La música de Dios.


Salmo 150:6.  Todo lo que respira alabe al Señor.

   Cuando hablamos de este tema, las cosas suelen complicarse un poco. El por qué sucede esto es simple: muchos suelen arrogarse el tener una respuesta para algo que ni la Biblia ha respondido categóricamente. La gente suele poner etiquetas a los géneros musicales aduciendo que cierto tipo de música es de Dios, según su propio entendimiento, y juzgando por ciertas características específicas. Por el contrario, utilizando el mismo razonamiento, llegan a la conclusión que ciertos tipos de música son absolutamente del diablo, satánicas, y que las mismas, no se pueden utilizar para alabar a Dios. Pero el punto principal acá es en qué nos basamos para emitir semejantes juicios. Generalmente, sucede que nos basamos en nuestros propios gustos personales, o nuestra propia manera de ver las cosas, la cual es subjetivo. Y es a esto que luego le llamamos “el juzgar justamente”. Pero el juicio justo deber ser como dice la Palabra, y no de otra manera (MT. 7:24). Es decir, basado en lo que la Biblia dice al respecto, y no en lo que nosotros queremos hacerle decir a la misma. Sin embargo, lo que más llama la atención de todo esto, es ver como se catalogan géneros o estilos  musicales como la “música de Dios”, o la “música del diablo”, cuando ni la Biblia misma hace ese tipo de distinción. Entonces, en lugar de crear o descubrir cosas nuevas, en lo que hace a la música, nos ponemos a criticar al que trata de hacer algo. Ahora, sabemos que es cierto que muchas de estas personas no sólo no se dedican a la música, sino que además tampoco conocen nada ni de música, ni de nada que tenga que ver directamente con ella. Entonces, si yo de algún tema determinado no conozco, o no sé mucho, ¿con qué autoridad me atrevo a abrir la boca para opinar? El hecho de que alguien crea saber mucho de la Biblia no significa, necesariamente, de que pueda hablar u opinar de cualquier tema como si fuera un erudito en el mismo. Sin embargo, algunos me pueden objetar que tal o cual música despierta la carnalidad, exalta la sensualidad, o bien, es desagradable; o asimismo, que tal músico o cantante, no vive de acuerdo a lo que “predica” con su música. Pero acá caemos en el error de juzgar injustamente. En primer lugar,  porque el estilo o tipo de música nada tiene que ver con la vida espiritual de dicho músico o cantante. Porque si alguien lleva una vida desordenada, por ejemplo,  esto va más allá de la actividad  o ministerio que esta persona realice. Para ser más clara, el problema en verdad es otro: el CORAZÓN DEL HOMBRE, su naturaleza corrupta y caída desde el Edén. Y aquí sí hay bastante sustento bíblico para estas afirmaciones, como Jeremías 17:9-10, Romanos 3:23, Mateo 15:18-20, etc.; y en Proverbios 4:23 dice que debemos guardarlo (al corazón) más que a cualquier otra cosa. Por eso mismo, si Dios lo dice por algo es. Porque vemos que el problema no está ni en la música en si misma, ni tampoco en el tipo de música que toquemos o escuchemos; ni aún es el problema si tocamos música en la iglesia, o en el boliche; ni siquiera tampoco es un obstáculo, o problema, el hecho de si decidiéramos grabar en una disquera secular. ¡No! Definitivamente, ese no es el punto ni el problema. ¡No! Y mil veces, ¡no! Como ya se ha dicho, y lo vuelvo a repetir, el problema es el hombre, el ser humano, y lo que hay en su corazón. Porque el hecho de que este viva en la carne o ande en el espíritu, (Gálatas 5:16-17, 25), influirá en sus actitudes de su diario vivir. El hecho de que alguien ponga la mira en las cosas de Dios (Col. 3:2), o no, será lo que determine cualquier decisión de su vida. Será eso, y no otra cosa. (Continuará)
SILVIA’13


martes, 19 de febrero de 2013

Un reino diferente.



Definitivamente, el Reino de Dios es un reino diferente a todos. Es importante, primeramente, entender esto. Sin embargo, la gente en general cuando piensa en el concepto de reino, tiene la imagen terrenal acerca del mismo. Es decir, la de un rey terrenal que domina o tiene poder absoluto sobre un determinado territorio. Esto es así, en el sentido de la monarquía pura; no tanto en la que subsiste hoy día con otros sistemas de gobierno. Pero volviendo al tema, el Reino de Dios, por esa misma razón no se puede comparar a ninguno que exista en este mundo. Primero y principal, porque precisamente el Reino de los Cielos No es de este mundo (Jn.18:36). Por eso cuando la gente de su tiempo le insistía a Jesús acerca de establecer Su reino en Israel, y así librarlos de la opresión romana, Él les decía una y otra vez que Él no había venido para eso, porque justamente Su reino no era de este mundo. Porque ellos anhelaban ser libres del dominio romano y esperaban, o creían, que Jesús los libraría del yugo romano. Pero el Señor no sólo trató de hacerles entender esto sino que además,  quería que ellos entendiesen que en Su reino, el que quisiera sobresalir por sobre los demás, o creerse más importante sería justamente el que tendría que servir a los demás, y el que buscase ser primero sería el último. Y más aún, Jesús mismo se puso como ejemplo al decirles a los discípulos, que Él no vino para ser servido sino para servir y dar su vida en rescate por muchos (MT. 20:25).

   Con todo esto Cristo Jesús les quiso hacer entender a ellos, y a nosotros, que  Su reino no es terrenal y que Él mismo lo trajo a nosotros. Por esto mismo, nosotros no necesitamos establecerlo ni nada que se le parezca, porque Él ya lo dejó establecido cuando vino a la tierra (Mt. 12:28, 4:17, 10:7). Sin embargo, en la misma Palabra se nos dice que sí reinaremos con Cristo en forma literal, pero No en este tiempo presente sino en el futuro. Más precisamente en el milenio, al final de la Gran Tribulación cuando Cristo regrese en gloria (Ap.20:4, 5:10; Lc. 17:20-30).

   Mientras tanto, ya hemos dicho que el Reino de Dios no es de este mundo. Eso significa que en este reino no debemos buscar las cosas temporales, las que perecen, sino lo eterno (Ro. 14:17). Asimismo, tampoco debemos buscar el sobresalir por sobre las demás personas, ni el tener lugares de poder (MT. 20: 21-28).
   Además es muy importante que sepamos, que la visa para poder entrar al Reino de Dios, es la de ser nacido de nuevo (JN. 3:3-5). No hay otra manera posible. Y cuando decimos que Su reino no es de este mundo también  significa que el mismo no se rige por el sistema o preceptos del mundo, sino por el de Dios. Este sistema consiste justamente en someternos a Su voluntad y soberanía en nuestras vidas (Mt. 7:21).

   En conclusión, lo primero que dijimos es que Su reino no es de mundo. Esto es, que no es terrenal ni político, ni regido por los preceptos o métodos del mundo. Asimismo, este reino tampoco tiene un territorio o lugar físico. Por esta razón cuando Jesús vino a la tierra,  no vino para implantarlo como esperaban los israelitas en aquel entonces. Sin embargo, como ya también dijimos,  eso sí sucederá en el futuro al final de los tiempos. En aquel entonces, sí habrá un reino en sentido literal y visible, y ahí sí reinaremos con Él en la tierra, no antes. Por lo tanto, en ningún lado de la Biblia Dios nos manda a establecer ningún reino. Eso es un error. Tampoco habla la Escritura de que tengamos que convertir a todo el mundo; si, en cambio, se nos manda a predicar el evangelio a toda criatura (Mt. 24:14, 28:19, Mr. 16: 15-16). Del mismo modo Jesús nos dice que no debemos buscar el poder terrenal, ni el sobresalir por sobre los demás, porque eso son deseos del mundo, y terrenales. En cambio, sí debemos buscar las cosas que tienen valor eterno, las que nunca perecen ni se corrompen. Porque el Reino de Dios no es como suelen ser los de la tierra, que los gobernantes se enseñorean y oprimen a los demás. Contrariamente a esto, en el Reino de Dios el que quiera ser primero, será el último y el que sirva a todos (Mt. 20:25-28). Porque el sistema de Dios es muy diferente al del hombre, en Su sistema no buscamos ser grandes sino el someternos a Su voluntad con humildad. Otra cosa también muy importante es que para formar parte de Su reino, es necesario nacer de nuevo, tal como Jesús le dijo a Nicodemo.

   Por todas estas razones –y muchas más que no enumeré- es que el Reino de Dios no se parece a ninguno de esta tierra, y es diferente a todo lo conocido hasta ahora. Asimismo, Cristo lo estableció cuando vino a la tierra, y Él mismo lo consumará en forma visible cuando regrese en gloria, al final de la Gran Tribulación y antes del milenio. Esto es lo que dice la Palabra. Cualquier otra cosa es un terrible error, y una herejía (Ap. 22:18-19).

SILVIA’13

domingo, 13 de enero de 2013

Las excusas del perezoso “espiritual”.



 

    El perezoso “espiritual” se distingue del perezoso común, o promedio porque, por ahí para cualquier otra cosa es super laborioso. Pero, cuando se trata de agarrar un buen libro (sobre todo si tiene muchas páginas), para estudiar, o encarar un estudio serio de la Palabra le aflora la fiaca y con ella, las excusas (eso si, espiritualizadas) para huirle a los libros. Proverbios 6:6-11. Veamos.

   1ª parte.

1)      En la Biblia dice que el mucho estudio fatiga el cuerpo, lo cansa y lo agota. (Ec. 12:12b).
2)      El buscar mucha sabiduría no es bueno porque trae sufrimiento; y el que añade ciencia, añade dolor. (Ec. 1:17-18).
3)      Tampoco conviene estudiar demasiado porque la letra mata; y el que da vida es el Espíritu. (2Co. 3:6b).
4)      Si tenemos la unción, conocemos todas las cosas, y no necesitamos que nadie nos enseñe nada. (1Jn. 2:20,27).
5)      No vale la pena pasársela estudiando, o ir a los mejores seminarios, o tener un montón de títulos, si no se vive lo que se predica (O estudia).



   2ª parte.

     Como vemos, todos estos argumentos suenan muy prolijitos y hasta muy “espirituales”,  Pero no son más que meras excusas para justificar la pereza y la vagancia “espiritual”. Los analizaré de a uno. Aquí van:

1)      Cuando dice que el mucho estudio fatiga el cuerpo, el escritor de Eclesiastés  está queriendo decir, que al hombre no le sirve estudiar, escribir muchos libros,  afanarse trabajando, etc.  Si no puede desarrollar la capacidad de disfrutar de todas las cosas buenas que Dios le ha dado (Ec. 3:12-13). En esto también es muy importante tener las prioridades bien colocadas. De lo contrario, sino también fallamos. Para entender claramente lo que el autor quiere expresar aquí, será muy provechoso leer todo el libro de Eclesiastés. De todos modos, sólo tiene 12 capítulos.

2)      Con respecto a que la mucha sabiduría trae sufrimiento, y la ciencia, dolor; el autor aquí está queriendo explicar que aunque una persona tenga una gran sabiduría o ciencia, de todos modos hay misterios que siguen siendo insondables. Por tanto,  así sea para el sabio  como para el necio, siempre habrá preguntas sin respuestas. (Ec. 8:16-17, 12:9, Prov. 1:7, 9:10).

3)      En realidad, lo que mata no es la letra sino la ignorancia. Pero, si además le agregamos a eso una interpretación errónea  de la Escritura, y sacamos los textos de su contexto, lo errado florece.

4)      Otro ejemplo más de un texto sacado de contexto. Porque aquí el pasaje bíblico -1Jn. 2:20,27- está hablando de permanecer en Él, y no dejarse engañar por falsas enseñanzas de falsos maestros. Es muy importante en este caso, y siempre, leer todos los textos bíblicos dentro de su contexto, para poder comprenderlos mejor.

5)      Esta es la excusa fácil que pone el perezoso para evitarse el “engorroso” trabajo de estudiar. El leer, el estudiar y el meditar en la Palabra es algo que nunca debe dejarse de lado.(Josué 1:8). Bajo ninguna circunstancia. El alegar que alguien que se la pasa estudiando, o tenga muchos títulos, o lo que fuera, no vive de acuerdo a eso...¡No es excusa! Primero, porque Dios no nos puso para que nos pasemos señalando los errores ajenos. También en esto hay un dejo de soberbia, ya que la persona que piensa así de alguna manera se cree mejor que los demás. En este caso, por ejemplo, se cree más espiritual por el hecho de no ser tan estudioso, y piensa que el que estudió un poco más, el mucho estudio lo volvió soberbio. Aunque esto a veces pueda ser verdad, no nos olvidemos que la soberbia es inherente al ser humano más allá de su nivel de estudios, o académico, o posición social. Segundo, nosotros debemos velar por nosotros mismos. En la Escritura dice que debemos guardar nuestro corazón por sobre cualquier otra cosa (Prov. 4:23). Otras referencias bíblicas: Salmo 119: 97, 105.


     Entonces, esto significa que debemos ser disciplinados y diligentes en estudiar y escudriñar la Palabra. Debemos buscar buenos recursos y buenos libros  que nos ayuden en nuestra tarea, escuchar buenas enseñanzas, etc.  Todo esto por supuesto, acompañado de oración, comunión diaria con nuestro Padre Celestial, y una buena dosis de discernimiento espiritual; y buscar cada día la guía y la sabiduría que sólo puede venir de lo alto (Santg. 3:17-18). Porque el ser estudioso de la Palabra, y el procurar todo el tiempo sentarse a los pies de buenos maestros, no invalida que uno también busque crecer espiritualmente, las cosas del Espíritu, y el vivir diariamente lo que se estudia o predica, que es lo más importante. En definitiva, esto implicaría que lo uno aprendió no fue de balde ni algo estéril, sino que dio sus frutos. Es decir, que una cosa no tiene porqué quitar a la otra.
 SILVIA ‘13


  

Procura avanzar.




   En este nuevo año que está comenzando procura tener un avance en tu vida. Pero un  avance en serio, y de verdad. Con esto quiero decir que no debemos descuidarnos con nuestra vida espiritual, y que lo que busquemos para alimentar nuestro espíritu deberá ser comida de buena calidad. Porque muchas veces nos querrán alimentar  con comida chatarra o basura. Y es ahí cuando dejamos que cualquiera nos quiera “vender” cualquier cosa. En lo natural, cuando buscamos comida para nuestro cuerpo, siempre procuramos que sea de buena calidad, que sea nutritiva, nos fijamos la fecha de vencimiento de los distintos productos; es decir, tomamos ciertos recaudos a la hora de decidir lo que entrará por nuestra boca. De la misma manera tenemos que hacer con el alimento espiritual. En este tiempo de tanta herejía dando vueltas, más que nunca tenemos que cuidar sobremanera el alimento espiritual que consumiremos. Por ejemplo, como dice en la Palabra debemos de cuidar que la leche espiritual que hemos de tomar,  no esté adulterada (1Pe. 2:2), y también es nuestra tarea el buscar buenos pastos (Salmo 23:2).
  
   Todo esto significa que el alimento espiritual que “comamos”  debe ser la palabra pura y sana, libre de toda contaminación y herejía (2Tim. 1:13-14, 2Pe. 19-21). Es que de todo esto depende nuestra salud espiritual, y no podemos darnos el lujo de descuidarnos. No pongas en riesgo tu vida espiritual, comiendo o bebiendo de cualquier fuente. Tú vales mucho para Dios, y Él quiere darte de lo mejor que tiene a ti (Ef.3:20).  Por eso en este nuevo año que está comenzando,  aprovecha para avanzar en esta área, ya que al procurar esto, todo lo demás te vendrá por añadidura (Mt.6:33). No desperdicies tu oportunidad de tener un gran crecimiento espiritual en tu vida. No te permitas el estancarte, ni que ninguna circunstancia de este mundo te robe la paz que Dios te dio. Por último, déjame recordarte que debes probar cada palabra que escuches (1Jn. 4:1-2). Avanza en todo esto, y no retrocedas. Ni siquiera para tomar impulso.
   Que tengas un año muy bendecido.
 
   SILVIA’13