jueves, 15 de diciembre de 2011

Cuan grande es mi Dios.

Mi Dios no se quiebra, no se rompe ni se cae.

   El Dios en el que yo creo no vive en ningún edificio hecho por el hombre. El Dios al que yo adoro es el que vive para siempre, el que no tiene principio ni final porque es eterno. Es el mismo Dios que creó los cielos y la tierra, y todo lo que en ellos hay.

   Mi Dios no es un dios creado por la mente humana, sino que Él nos creó a nosotros con la Palabra de su poder, a su imagen y semejanza.
  
   El Dios al que le doy toda la gloria no es  una imagen ni un ídolo hecho por manos humanas. El Dueño de todo lo creado no necesita ser llevado al hombro por nadie ni precisa ser transportado de ninguna otra manera.

   Mi Dios es un Dios vivo, y su Palabra destila vida y poder.

   El Dios al que yo sirvo es bueno y fiel, y su amor no tiene igual. En cambio, los dioses inventados por los hombres son caprichosos e imprevisibles; y se toman revancha si no les cumples las promesas que les haces. Ellos siempre van a estar pidiendo, pero nunca te darán nada; o a lo sumo te concederán algo efímero, porque en verdad no tienen el poder para darte ninguna cosa que valga la pena.

   Mi Dios es grande, es poderoso. Como Él no hay otro que se pueda igualar ni en el cielo ni en la tierra. El Señor y Rey de los cielos y la tierra, es tan grande que puede estar en todos lados al mismo tiempo, todo el tiempo. Su poder es tan infinito que nunca se acaba ni decae. Él nunca se cansa, ni se distrae ni se duerme.

   El Dios al que le doy toda la gloria, la honra y la alabanza; al mismo que le canto y le sirvo: al Rey de Reyes y Señor de Señores, a Él, sé que puedo acudir en cualquier necesidad porque es fiel y todopoderoso, y nada hay que le sea difícil ni imposible.

   Mi Dios es grande. ¡Cuan grande es mi Dios! ¡Aleluya! Y tu Dios, ¿Qué tamaño tiene?

   El mío es un Dios que tiene un tamaño infinito. No se lo puede medir ni comparar con nada de lo que existe en la tierra ni en el universo entero. Tampoco se lo puede comparar con nada de todo lo que hay- y que Él ha creado- porque no sólo no es medible con ninguna cosa creada, sino que Dios es único en su tipo; esto es, que Dios ES desde la eternidad. Porque desde antes que existiera el tiempo, Él ya era, por eso no tiene principio ni final.

   El Dios que yo tengo puede oír, puede ver, palpar, gustar, oler, caminar, y también puede hablar. Y como persona que es, porque es una persona, además pude sentir y comunicarse.

   Mi Dios no es un pedazo de algo inanimado y muerto. Mi Dios es un Dios Real y vivo. Por eso: ¡Cuan grande es mi Dios!




   Referencias bíblicas: Salmo 115, 135.

viernes, 18 de noviembre de 2011

La voluntad de Dios.

   Al referirnos a este tema, es importante que recordemos que la voluntad de Dios siempre va a ser lo mejor para nosotros, y está ligada al propósito o plan que Dios tiene para tu vida. Ahora bien, dentro de la voluntad de Dios tenemos dos clases; una es la voluntad permisiva, que es cuando Dios permite que suceda algo aunque él no esté de acuerdo con eso. Porque muchas veces, por razones que la mente humana no alcanza a comprender, Dios permite que sucedan ciertas cosas sin que él intervenga. Además también es importante que recordemos que el Señor respeta nuestro libre albedrío, y por esa razón él no nos forzará en nuestras decisiones. Por supuesto, que Dios nos hablará, nos advertirá de algún peligro, por ejemplo, pero la decisión de oír Su voz siempre será de nosotros. Por esto mismo, si acaso tomamos una mala decisión  es más que claro que pagaremos las consecuencias. Del mismo modo, si procedemos en contrario, las consecuencias también serán de acuerdo a eso. En resumen, es de esto que trata la voluntad permisiva de Dios.

    Luego tenemos la voluntad Perfecta y Soberana de Dios, que es de la que se habla en Romanos 12:2, entre otros pasajes. Esta es la voluntad de Dios para nuestras vidas, por la cual él siempre quiere lo mejor para nuestras vidas (Filp. 2:13, 1 Tim. 2:3-4). Es decir, que a través de su voluntad soberana  y perfecta, él va mostrándonos el plan  que tiene para cada uno de nosotros. Esto es lo que Dios quiere y espera que hagamos mientras estemos en la tierra, que cumplamos nuestra misión aquí: que Dios busca bendecirnos para que seamos de bendición a los demás. Entonces, cuando se habla de misión encierra todo esto, y es nuestro desafío descubrir cuál es nuestra misión, nuestro llamado y nuestra tarea a cumplir aquí.

    Por eso busquemos en todo tiempo vivir en su voluntad perfecta y soberana. Porque así sabremos con certeza lo que Dios quiere para nuestra vida; y así no andaremos errantes, a la deriva, preguntando a cualquiera ni averiguando por cualquier lado lo que Dios quiere para nosotros.

    Entonces, ¿En cual de las voluntades eliges vivir? Demás está decir que la respuesta a esta pregunta no es complicada para quien escoge vivir de acuerdo a lo que dice la Palabra.  Porque es en la Palabra donde encontrarás la mejor guía para conocer la divina voluntad de Dios para tu vida. En pocas palabras, seamos como María, y no como Marta: elijamos la mejor parte.  

jueves, 4 de agosto de 2011

El agua y el fuego.

En la Biblia se compara al Espíritu Santo con el agua y con el fuego. No es al azar esto. Se habla del bautismo en agua y del bautismo en fuego. Jesús fue bautizado en agua por Juan el Bautista, pero seguidamente recibió el bautismo en el Espíritu Santo, que se manifestó en forma de paloma. La iglesia naciente recibió el bautismo, la llenura, en el Espíritu en el aposento alto, y comenzaron a hablar en otras lenguas (Hech.2).

   Pero lo que quiero remarcar ahora es por qué, al referirnos al Espíritu Santo, se usa la analogía del agua y del fuego. O más específicamente, para referirnos a su obra en nosotros.

   Al hablar del agua sabemos que esta sirve para limpiar lo que está sucio. También el agua nos calma la sed y nos refresca. Por eso mismo cuando hablamos de su Santo Espíritu decimos que este nos limpia, calma nuestra sed espiritual, y nos refresca en nuestro interior. Es decir, que su Espíritu Santo está dentro nuestro para limpiar lo que está sucio en nuestro corazón, nos calma la sed y renueva nuestra vida. Él sana nuestras heridas, nos da nuevas fuerzas y sabiduría. Su Santo Espíritu es el agua más pura y cristalina que hay. Por eso debemos permitir que esa corriente de agua invada nuestra vida y nos inunde completamente. Jesús también lo llama ríos de agua viva  en Juan 7: 37-38. Y esto es así porque en él hay vida y poder. El Espíritu Santo es el agua que limpia nuestras vidas, y es el río torrentoso que siempre debe correr en nuestro interior.

   Además también la Biblia usa el fuego para referirse al Espíritu Santo. Porque el fuego puede dar calor como asimismo, quemar y consumir completamente algo. Entonces vemos que cuando viene la llenura en el Espíritu, es como un fuego que viene a nuestra vida. Es un poder tan grande que viene a nosotros que se lo compara a un fuego que quema y consume. En el libro de Hebreos además vemos que dice que el Señor es fuego consumidor. De esta manera decimos que su Santo Espíritu es como un fuego que quema y consume todo lo que no sirve de nosotros; y así somos llenos de él. Además nos reviste de un poder sobrenatural para poder cumplir  el plan de Dios en la tierra, ya que sin él nada podríamos hacer.

   Por eso es tan importante que el agua de Su Espíritu limpie nuestras impurezas, sea bálsamo que sane las heridas, y sean ríos de vida que corran en nuestro interior todos los días. Nunca permitas que estos ríos se sequen, sino deja que fluyan libremente en tu vida.

   Del mismo modo cuando decimos que es un fuego que quema todas nuestras obras carnales, y las consume completamente; asimismo es un fuego que da fuerza y vigor a nuestra vida, manifestando su gloria y su poder. Por eso también es tan importante que esa llama no decaiga ni se apague en nosotros, jamás.

   Nunca dejes que nada de este mundo apague esa llama, ese don, que arde y que Dios ha encendido en ti (1Tim. 4:14). Nunca permitas que nada ni nadie corte el fluir de los ríos de agua viva que hay en ti.

   Por eso es que hoy te animo a que esos ríos puedan fluir en tu interior, y que el fuego de su Espíritu llene tu vida completamente. Es mi oración en esta hora que tu vida sea inundada totalmente del agua de su Espíritu. También es mi deseo que su Fuego Santo llene completamente tu interior, y que nunca más vuelvas a estar seco ni apagado; sino que puedas contagiar al mundo entero de su poder.
Silvia ‘11





Dios es el que te levanta.

   En Isaías 54: 12-17 hay un maravilloso ejemplo de la misericordia y el amor de Dios. En este pasaje vemos como Dios le habla a su pueblo Israel con palabras de restauración y de aliento. Porque aunque su pueblo le había dado la espalda, él no se quedó enojado con ellos sino que los perdonó. Dios los levantó y los restauró. Asimismo el Señor puede levantar y restaurar tu vida hoy. No importa por lo que hayas pasado, o si en algún momento tu le diste la espalda a él. Lo que realmente vale es que si te vuelves a Dios, y con todo tu corazón le buscas, él te responderá. Aún si estuvieras caído en lo más profundo; aún si estuviste alguna vez en lo más alto, y lo perdiste todo. No mires cuan grande o cuan chico pueda ser tu drama o  problema, ya que de cualquier modo que sea, Dios te puede levanta y bendecir. Nada hay para el Señor que sea difícil o imposible.

   Por eso es importante que sepas que él quiere ponerte en alto y restaurarte en todas las áreas de tu vida. Su voluntad es que puedas disfrutar de todo lo bueno que tiene para ti. Él quiere que seas cabeza y no cola. Lo que has perdido lo recuperarás con creces, como Job. Más aún, los que quieran hacerte daño no podrán, ya que Dios siempre va a estar contigo. De este modo puedes estar plenamente convencido que si estás caído, su mano te levantará y te pondrá en alto. No estás solo, él está contigo para ayudarte y fortalecerte. Hoy es tu día de victoria. Hoy es el tiempo en que recuperarás siete veces lo robado y ya no volverás a estar abajo. Todos los días de tu vida vivirás en bendición, y no sólo tú, sino toda tu casa y aún tus hijos disfrutarán de estos beneficios. Porque Dios es el que te levanta y te honra. Él seca tus lágrimas y te sana hasta lo más profundo de tu ser. Por eso mismo hoy es el día en que Dios quiere restaurarte en todo para que ya nunca más vuelvas a estar abajo. Recuerda que él es tu escudo y el que levanta tu cabeza. A ti te toca confiar en su mano de poder para que él pueda obrar. Porque eres importante para Dios, a él le interesa verte bendecido. En este día el Señor quiere levantarte para que seas una bendición para otros, y que Su Gloria puedas manifestar a través de tu vida.

   Por todo esto es que quiero animarte en esta hora, y decirte que Dios hoy te levanta y te restaura completamente. Entonces, ya no debes estar triste ni caído. Lo primero que debes hacer es cambiar tu manera negativa de ver las cosas, y verlas como Dios las ve. Porque es verdad que Dios tiende su mano hacia ti, pero además tu debes extenderla hacia él, para que así te puedas levantar y recibir todo lo que el Señor quiere darte. Es decir, sanarte, restaurarte, bendecirte y honrarte por confiar sólo en él. Porque hoy es el día en que lo hace todo nuevo en tu vida.
Silvia’11

lunes, 27 de junio de 2011

Somos una nueva generación.

Muchas veces uno escucha eso, que somos la generación del último tiempo, la del postrer avivamiento, que es la que Dios usará para hacer grandes cosas, y es cierto. Pero también es verdad que debemos tomar verdadera  conciencia de eso y estar preparados.
                                    
  Lo que quiero decir con esto es que para que todo el gran mover de Dios ocurra, deberemos estar a la altura de las circunstancias. ¿Y cómo? La mejor manera es tomar conciencia, como dije antes, de que somos una nueva generación. Es decir, 1º) Una generación vencedora, que camina en victoria (Ro. 8:31,37). 2º) Que toma autoridad sobre el enemigo, y que es capaz de aplastarlo en el nombre de Jesús (Mr. 16:17-18). Porque sabe que en Dios todo lo puede (Fil. 4:13, Ef. 6:10-12). 3º) Que camina en el Espíritu, y busca las cosas del Espíritu en primer lugar (Gá. 5:16-26). Esto significa que no se va a enredar con las cosas carnales que los desenfoque del propósito de Dios. Asimismo buscará cada día alimentar la mente con la Palabra, leyéndola y meditando en ella (Ro. 12:2, Ef. 4: 23). Porque al hacer todo esto, entonces, es que avanzamos al otro punto, que es el de estar preparados.

  De esta manera podemos ver la importancia que tiene el estudiar y aprender la Palabra, porque al hacerlo, caminaremos cada día más de acuerdo a ella. Eso significa que, esta nueva generación reflejará con su vida el amor y la misericordia de Dios (Gá. 6:1-5), y serán de testimonio para los que no creen. No se pondrán en jueces de los demás ni se creerán más que nadie, sino que tendrán una actitud de humildad y compasión  hacia los que sufren, o hacia los que han fallado en algo. Tampoco debemos dejar de lado la aparte espiritual de la preparación, es decir, el tiempo de intimidad con Dios, de culto personal con Él, permitiendo que su Santo Espíritu nos hable, nos toque y nos ministre. Porque es de esta manera que Él nos hablará y nos dará dirección para ir avanzando más en el propósito divino para nuestras vidas.

  Entonces vimos que si somos, o queremos ser, parte de esta nueva generación que Dios usará grandemente para traer el gran avivamiento final, debemos estar a la altura de las circunstancias. Es decir, que es nuestra tarea el estar conscientes de eso y estar preparados. No nos podemos dar el lujo de estar distraídos ni perdiendo el tiempo. Dios nos quiere usar, él quiere mostrar su gloria a través nuestro. ¡El mundo nos necesita! Por eso es sumamente importante que no perdamos de vista que somos una generación de guerra, una generación vencedora que en el nombre de Jesús todo lo puede; aún aplastar al enemigo más poderoso porque en nosotros está el que lo venció en la cruz del
calvario. Además es importante que recordemos que nuestras vidas deberán reflejar su gloria, ya que una generación victoriosa busca primero las cosas del
 espíritu, y camina en amor. Transmite paz y bendición. El otro punto que vimos es el de la importancia de estar preparados, no sólo estudiando la Palabra  y meditando cada día en ella, sino también es de suma importancia nuestra comunión con Dios, nuestro tiempo a solas con él; en oración y con nuestros oídos espirituales sensibles a su voz.

  Por eso mismo, todo esto es parte esencial que hagamos nosotros para poder ser instrumentos útiles en las manos del Señor. De este modo, si nosotros hacemos nuestra parte, Dios hará la suya. Así entonces, seremos esa nueva generación  que mostrará al mundo la gloria de Dios. Una generación que revolucionará la tierra. Una generación victoriosa. Amén!
Silvia’11






El que no ama a su hermano.

Siempre que leo esta palabra de 1 JN. 3:15 me impacta grandemente lo que Dios dice en ella a través del apóstol Juan. Aquí dice que el que odia a su hermano es homicida, y que ningún homicida tiene vida eterna delante de él. Muy fuerte, ¿verdad? Más aún, en el versículo anterior además dice que el que no ama a su hermano permanece en muerte, porque el tener amor hacia los demás es la señal inequívoca de que hemos pasado de muerte a vida. Pero sigue la pregunta: ¿Dios pone al que no ama a su hermano al nivel de alguien que es capaz de matar a otro? ¿Tanto es así? Efectivamente, aunque suene muy duro esto.

  Es que, principalmente, si la evidencia de que lo conocemos a Dios es que tenemos su amor dentro nuestro, es imposible que no amemos a los demás (1JN. 4:7-8). Esto es así porque al recibirlo en nuestras vidas, su amor nos inunda y somos capaces de amar como nunca antes lo hemos hecho. Hasta podemos amar aún a los que nos han hecho mal. Es que su Santo Espíritu nos capacita para poder hacer eso, ya que no podríamos con nuestras propias fuerzas.

  Pero aquí viene lo siguiente: entonces cómo es que hay tantos en el Reino de Dios que no tienen amor para con los hermanos; y no sólo eso, sino que aún hablan mal de los demás, acusan, difaman y  maltratan hasta en la propia iglesia. Justamente eso es el problema, pero para los que obran así. Porque si no amás a tu hermano estás en un verdadero problema con Dios. Hasta por ahí alguno dice: “Nooo…yo a Dios lo amo. Yo a Dios le sirvo en la iglesia, yo oro, leo la palabra, etc.”Pero no, eso tampoco sirve si no amas a tu hermano. No hay que olvidar que Dios mira el corazón, y no las apariencias. Dios sabe lo que hay dentro tuyo. A él no le podemos mentir. Es que si decimos que lo amamos a Dios, a quien no vemos, debemos amar a  nuestro hermano, a quien sí vemos. Porque de no ser así, además de homicidas, pasamos a ser mentirosos delante de él.

  Sabemos que Dios mira el corazón y no las cosas exteriores, las apariencias. Sin embargo, muchos creen que pueden tapar su falta de amor hacia las personas, haciendo muchas cosas en la iglesia, dando muchas ofrendas, y aún teniendo una apariencia de piedad. Pero la Palabra de Dios no cambia y 1 JN. 3:15 sigue allí, inalterable en la Biblia…titilando con luces de colores. El Señor conoce lo más profundo de nuestro ser, y a él no lo podemos engañar. El quiere en esta hora que abandones todo este tipo de actitudes y comiences a hacer las cosas bien. Es decir, a la manera de Dios. Es cambiar o cambiar, porque si no nos quedaremos en el camino. A él no le impresionan los títulos o cargos que tengas dentro, o fuera, de la iglesia. Al Señor sí lo conmueve el corazón arrepentido y humillado. Con Él no hay excusas. Nos puso para bendecir a los demás, no para que fuéramos jueces de las conductas ajenas. Su voluntad es bendecirnos y perdonarnos, pero con una condición: Que nosotros hagamos lo mismo con los demás. Sólo de esta manera funciona. Así que no hay lugar para quejas o reclamos a Dios, luego.

  Entonces sabemos, que el que no ama a su hermano no conoce a Dios realmente, porque si no ama al que ve, no puede amar al que no ve. Por eso Dios lo llama homicida y mentiroso. Porque si la evidencia de que lo conocemos a Dios es que tenemos su amor dentro nuestro,- el cual es sublime, perfecto, perdonador, misericordioso-, entonces no cometeremos atropellos contra nuestro prójimo sino que actuaremos en amor y compasión.

  Por eso nunca es tarde para rectificarse y cambiar toda actitud incorrecta, mirándonos siempre en el espejo de la Palabra. Él es nuestro abogado y está dispuesto a perdonarnos si nos arrepentimos de todo corazón (1JN. 2:1-2,1:9). Porque él es fiel y justo.

  Así, con la certeza de que si tenemos su amor, aunque sea un poquito de él, y nos ponemos en sus manos, este amor puede ir creciendo y desarrollándose cada día más en nuestras vidas.
  Silvia ‘11