miércoles, 11 de noviembre de 2015

Antes que nada...

Antes que nada, y más allá de todo, Dios es soberano.

 Más allá de tus palabras, más allá de tus pensamientos, más allá de cualquier punto de vista que tengas. No importa lo que pienses. De nada valen las excusas. Dios fue, es y será siempre Dios. Su poder y grandeza no tiene principio ni fin. Por eso, tus palabras llegarán hasta donde Él permita que lleguen. A él no lo mueve ni le impresionan tus declaraciones y repeticiones vanas. En cambio, a ti sí te debe preocupar el cumplir su voluntad y el escudriñar continuamente su Palabra para que ahí sí te pueda ir bien, y ser bendecido. Porque justamente el ser bendecido se trata de estar en el centro mismo de su voluntad soberana, que es agradable y perfecta siempre. No hay otra manera. No hay atajos. Porque Dios no cambia, porque Él es el mismo siempre, hoy y por los siglos. El hombre sí muchas veces pretende cambiar a Dios, o mejor dicho, quieren fabricarse un dios a su medida, para no tener que confrontarse con el verdadero Dios que llama al hombre a arrepentirse de sus pecados, y que Él sea el todo en su vida. Lo que la gente quiere, muchas veces, es un dios que se acomode a ellos, y que siempre les hable bonito. Palabras como pecado, arrepentimiento no les agrada escuchar. No les interesa oír el mensaje de la cruz, de la suficiencia del sacrificio que Cristo hizo por nosotros, de la salvación por gracia. Sólo les importa escuchar a los que les hablan de "prosperidad", de tener casas hermosas, autos último modelo, y demás “bendiciones materiales” como si sólo eso fuera lo más importante y esencial del mensaje del evangelio. Es triste ver cómo reducen el mensaje de Cristo a puros bienes materiales, donde se exalta al hombre antes que al Creador, al Eterno Dios del universo. Porque es cierto que Dios puede suplir toda necesidad, y tampoco desea que nos falte la comida  o el vestido, o que no tengamos para pagar las cuentas, por ejemplo. Pero lo que sucede ahora es que se han ido directamente al otro extremo. Ya no se busca a Dios por lo que es, sino sólo por lo que pueda darte. Y eso está mal. Porque si uno buscase a alguien, por ejemplo a un amigo, solamente cuando necesitamos algo porque sabemos que ese amigo nos va a poder dar lo que necesitemos, y luego nos olvidamos de esta persona y volvemos a nuestra vida normal como si nada, obvio que nuestro amigo se va a sentir defraudado y va a pensar que nosotros somos unos interesados. Bueno, con Dios es lo mismo. Por eso que siempre debemos tener para con Él una actitud de humildad y agradecimiento. Pero si nosotros nos encontramos en la posición de creer que Dios tiene la obligación de darnos cualquier cosa que pidamos sólo porque lo “declaramos” con nuestra boca, en verdad no estamos siendo tan humildes sino que más bien pecamos de soberbia. Porque Dios no es nuestra lámpara de Aladino que tiene que suplir nuestros caprichos ni es nuestro sirviente. ¡Claro que no! Él es el Eterno Dios del universo, Creador de los cielos y la tierra. ¡El Eterno Dios que para siempre vive y el cual es soberano! Por eso, como dije al principio, antes que nada y más allá de cualquier otra cosa, Dios es soberano. Esto es, más allá de tus pensamientos, más allá de lo que digan los demás, aún más allá de lo que diga tu pastor. Porque no importa lo que declares, lo que confieses, lo que enseñe “el ungido” o el “apóstol”. Nada se iguala a lo que diga la Escritura ya que ella es la única autoridad para saber la voluntad de Dios, y ningún ser humano ni nada en este mundo puede arrogarse el tener la misma autoridad. Cualquier cosa que se diga o enseñe debe estar en concordancia con la Santa Biblia, sino es algo falso y espurio. Es herejía, lisa y llana, y debemos rechazarlo.
Es por eso que más allá de cualquier cosa en el mundo, más allá de lo que nos guste, o digamos, o declaremos, o nos empeñemos en que suceda, Dios siempre hará su voluntad. Nada ni nadie en el cielo ni en la tierra le puede torcer el brazo. Porque más allá de cualquier otra cosa en el mundo y antes que nada, Dios es soberano. Bendiciones.
Victoriosa 2015

Versículos bíblicos: Mal. 3:6-7, Hechos 4:24, Judas 1:4, Ro. 11:36, 12:2, He. 13:8.