miércoles, 11 de noviembre de 2015

Antes que nada...

Antes que nada, y más allá de todo, Dios es soberano.

 Más allá de tus palabras, más allá de tus pensamientos, más allá de cualquier punto de vista que tengas. No importa lo que pienses. De nada valen las excusas. Dios fue, es y será siempre Dios. Su poder y grandeza no tiene principio ni fin. Por eso, tus palabras llegarán hasta donde Él permita que lleguen. A él no lo mueve ni le impresionan tus declaraciones y repeticiones vanas. En cambio, a ti sí te debe preocupar el cumplir su voluntad y el escudriñar continuamente su Palabra para que ahí sí te pueda ir bien, y ser bendecido. Porque justamente el ser bendecido se trata de estar en el centro mismo de su voluntad soberana, que es agradable y perfecta siempre. No hay otra manera. No hay atajos. Porque Dios no cambia, porque Él es el mismo siempre, hoy y por los siglos. El hombre sí muchas veces pretende cambiar a Dios, o mejor dicho, quieren fabricarse un dios a su medida, para no tener que confrontarse con el verdadero Dios que llama al hombre a arrepentirse de sus pecados, y que Él sea el todo en su vida. Lo que la gente quiere, muchas veces, es un dios que se acomode a ellos, y que siempre les hable bonito. Palabras como pecado, arrepentimiento no les agrada escuchar. No les interesa oír el mensaje de la cruz, de la suficiencia del sacrificio que Cristo hizo por nosotros, de la salvación por gracia. Sólo les importa escuchar a los que les hablan de "prosperidad", de tener casas hermosas, autos último modelo, y demás “bendiciones materiales” como si sólo eso fuera lo más importante y esencial del mensaje del evangelio. Es triste ver cómo reducen el mensaje de Cristo a puros bienes materiales, donde se exalta al hombre antes que al Creador, al Eterno Dios del universo. Porque es cierto que Dios puede suplir toda necesidad, y tampoco desea que nos falte la comida  o el vestido, o que no tengamos para pagar las cuentas, por ejemplo. Pero lo que sucede ahora es que se han ido directamente al otro extremo. Ya no se busca a Dios por lo que es, sino sólo por lo que pueda darte. Y eso está mal. Porque si uno buscase a alguien, por ejemplo a un amigo, solamente cuando necesitamos algo porque sabemos que ese amigo nos va a poder dar lo que necesitemos, y luego nos olvidamos de esta persona y volvemos a nuestra vida normal como si nada, obvio que nuestro amigo se va a sentir defraudado y va a pensar que nosotros somos unos interesados. Bueno, con Dios es lo mismo. Por eso que siempre debemos tener para con Él una actitud de humildad y agradecimiento. Pero si nosotros nos encontramos en la posición de creer que Dios tiene la obligación de darnos cualquier cosa que pidamos sólo porque lo “declaramos” con nuestra boca, en verdad no estamos siendo tan humildes sino que más bien pecamos de soberbia. Porque Dios no es nuestra lámpara de Aladino que tiene que suplir nuestros caprichos ni es nuestro sirviente. ¡Claro que no! Él es el Eterno Dios del universo, Creador de los cielos y la tierra. ¡El Eterno Dios que para siempre vive y el cual es soberano! Por eso, como dije al principio, antes que nada y más allá de cualquier otra cosa, Dios es soberano. Esto es, más allá de tus pensamientos, más allá de lo que digan los demás, aún más allá de lo que diga tu pastor. Porque no importa lo que declares, lo que confieses, lo que enseñe “el ungido” o el “apóstol”. Nada se iguala a lo que diga la Escritura ya que ella es la única autoridad para saber la voluntad de Dios, y ningún ser humano ni nada en este mundo puede arrogarse el tener la misma autoridad. Cualquier cosa que se diga o enseñe debe estar en concordancia con la Santa Biblia, sino es algo falso y espurio. Es herejía, lisa y llana, y debemos rechazarlo.
Es por eso que más allá de cualquier cosa en el mundo, más allá de lo que nos guste, o digamos, o declaremos, o nos empeñemos en que suceda, Dios siempre hará su voluntad. Nada ni nadie en el cielo ni en la tierra le puede torcer el brazo. Porque más allá de cualquier otra cosa en el mundo y antes que nada, Dios es soberano. Bendiciones.
Victoriosa 2015

Versículos bíblicos: Mal. 3:6-7, Hechos 4:24, Judas 1:4, Ro. 11:36, 12:2, He. 13:8.

domingo, 18 de mayo de 2014

Funciones del Espíritu Santo: Él nos lleva a toda verdad.

Es importante que recordemos las diversas funciones del Espíritu Santo, ya que esto nos ayudará en nuestro diario andar en la fe, y creceremos en sabiduría y discernimiento; y de este modo le quitaremos ocasión al enemigo de que pueda engañarnos. Entonces vemos que:
El Espíritu Santo redarguye, corrige, instruye en justicia(2 Ti. 3:16-17). El Espíritu nos perfecciona, inspira las Escrituras, regenera al creyente (Ef. 4:17-24).
El Espíritu Santo es un espíritu de verdad, porque nos guía a toda verdad (1Juan 4:5-6). 
Sin embargo, hay algo que tiene también que ver con una de las funciones más importantes del Espíritu Santo.  El pasaje entero referido al tema de 1 Juan4:1-6 que dice: 1 Amados, no creáis a todo espíritu, sino probad los espíritus si son de Dios; porque muchos falsos profetas han salido por el mundo.
2 En esto conoced el Espíritu de Dios: Todo espíritu que confiesa que Jesucristo ha venido en carne, es de Dios;
3 y todo espíritu que no confiesa que Jesucristo ha venido en carne, no es de Dios; y este es el espíritu del anticristo, el cual vosotros habéis oído que viene, y que ahora ya está en el mundo.
4 Hijitos, vosotros sois de Dios, y los habéis vencido; porque mayor es el que está en vosotros, que el que está en el mundo.
5 Ellos son del mundo; por eso hablan del mundo, y el mundo los oye.
6 Nosotros somos de Dios; el que conoce a Dios, nos oye; el que no es de Dios, no nos oye. En esto conocemos el espíritu de verdad y el espíritu de error.
Asimismo vemos a través de este pasaje que el Espíritu Santo nos hace reconocer el espíritu de error, nos ayuda a discernir todo mentira del enemigo para que no caigamos en confusión y herejía. También vemos que todo espíritu que venga de Dios siempre confesará que Jesucristo vino en carne, y nos guiará a la verdad. Es decir, nos hará ver toda mentira y nos hará abrir los ojos para que no vayamos tras espíritus engañadores de satanás. El Espíritu Santo nunca dirá algo que esté fuera de la Palabra, o que la contradiga directamente. Él siempre nos llevará a la luz y a la verdad. Porque Él nunca, por ejemplo, nos dirá que no leamos la Biblia, o que le demos más entidad a una "revelación" que esté por fuera de la Palabra. Tampoco traerá desorden a nuestras vidas. Por el contrario, él ordenará nuestras vidas y mente.
 Entonces, es importante que recordemos que el Espíritu Santo es Consolador, Maestro, Guía, que nos regenera y mora en nosotros. Él nos instruye, nos enseña, nos capacita, nos perfecciona, nos guía a la verdad, nos corrige, nos hace discernir el error, y nos hace buscar más de Dios. Porque como dice en el versículo 1 debemos probar los espíritus si son de Dios, y la única manera de probarlos es a través de la Escritura inspirada por el Espíritu Santo, y permitiendo que éste obre en nosotros, para que podamos discernir eficazmente el error. Es por eso que tenemos que estar atentos para que no caigamos en error, ya que el enemigo anda como león rugiente. Por eso dediquemos tiempo al estudio serio de la Palabra, y la oración para que seamos sensibles a Su Voz, y no indiferentes. Porque de este modo seremos eficaces en discernir cualquier engaño, y no caeremos bajo falsas enseñanzas de falsos maestros sino que permaneceremos en Cristo, y Él nos bendecirá con más sabiduría de lo alto.

sábado, 16 de noviembre de 2013

Por más que conspiren, en ti confío.


   Es en esos momentos cuando sientes que tu problema, tu lucha, o tu tribulación, parece más grande que cualquier otra cosa; es en esa circunstancia cuando más te debes tomar de Dios y confiar en Él. Poner tu mirada sólo en Él, y no prestarle atención al enemigo cuando quiera venir a tí con pensamientos negativos y malos. Yo no sé lo que a ti te pueda estar sucediendo, o el tamaño de tu problema. Pero Dios lo sabe, y puedes tener confianza en su fidelidad y su poder. Por eso mismo te dejo estas palabras que a mí me han servido; y no permitas que nada ni nadie apague tu fe en el Soberano y Todopoderoso Dios.

  
Isaías 54:15 y 17. Si alguno conspirare contra ti, lo hará sin mí; el que contra ti conspirare, delante de ti caerá. Y  Ninguna arma forjada contra ti prosperará, y condenarás toda lengua que se levante contra ti en juicio. Esta es la herencia de los siervos de Jehová, y su salvación de mí vendrá, dijo Jehová.
   Salmo 35.Se levantan testigos malvados; De lo que no sé me preguntan; Me devuelven mal por bien, Para afligir a mi alma. Pero yo, cuando ellos enfermaron, me vestí de cilicio; Afligí con ayuno mi alma, Y mi oración se volvía a mi seno. Como por mi compañero, como por mi hermano andaba;
Como el que trae luto por madre, enlutado me humillaba. Pero ellos se alegraron en mi adversidad, y se juntaron; Se juntaron contra mí gentes despreciables, y yo no lo entendía; Me despedazaban sin descanso; como lisonjeros, escarnecedores y truhanes, Crujieron contra mí sus dientes. Señor, ¿hasta cuándo verás esto? Rescata mi alma de sus destrucciones, mi vida de los leones. Te confesaré en grande congregación; Te alabaré entre numeroso pueblo. No se alegren de mí los que sin causa son mis enemigos, Ni los que me aborrecen sin causa guiñen el ojo. Porque no hablan paz; Y contra los mansos de la tierra piensan palabras engañosas. Ensancharon contra mí su boca; Dijeron: ¡Ea, ea, nuestros ojos lo han visto! Tú lo has visto, oh Jehová; no calles; Señor, no te alejes de mí. Muévete y despierta para hacerme justicia, Dios mío y Señor mío, para defender mi causa. Júzgame conforme a tu justicia, Jehová Dios mío, Y no se alegren de mí. No digan en su corazón: ¡Ea, alma nuestra! No digan: ¡Le hemos devorado! Sean avergonzados y confundidos a una los que de mi mal se alegran; Vístanse de vergüenza y de confusión los que se engrandecen contra mí. Canten y alégrense los que están a favor de mi justa causa, Y digan siempre: Sea exaltado Jehová, que ama la paz de su siervo. Y mi lengua hablará de tu justicia Y de tu alabanza todo el día.(Vs. 11-28). 

  
En todo tiempo busco confiar y apoyarme en Ti, Señor. Sé que siempre conmigo estarás y nunca me abandonarás. Porque sé que al confiar en ti, no seré tampoco avergonzada porque tú eres un  Dios fiel y que siempre cumples tu palabra. Por eso que en tu Palabra yo me apoyo, que nunca falla. Porque las personas fallan y aún mienten, pero tú, Señor, nunca te equivocas y tus designios son santos y perfectos. Por más trabas y dificultades que el enemigo me quiera poner, sé que tu voluntad y tu propósito en mi vida se cumplirá. Sé que no peleo sola. Sé que de Ti nadie se puede esconder ni burlar. La ley de la siembra y la cosecha aún sigue vigente, y siempre se cumple. Que los que conspiraron contra mí no quedarán impunes. Tú los has visto, Dios. Sabes quienes son porque nadie puede esconderse ni escaparse de Ti, que eres tan grande y poderoso. Porque tú conoces mi dolor y mis lágrimas derramadas por tanta injusticia que me han hecho. En Ti confío, Cristo Jesús, porque sé que me darás la victoria y porque tienes misericordia de mí. Porque tus misericordias son nuevas cada día, y nunca se terminan. En Ti espero porque sé que me recompensarás y me darás mucho más de lo que yo me podría imaginar. Sé que todo esto que ha venido pasando no ha sido en vano, que no me iré con las manos vacías ni triste. Sé que hay un propósito bueno y que esta vez será diferente porque me tomé de tu mano con todo mi ser. Por más que haya gente a la que le moleste y aún trate de poner todas las piedras posibles en el camino, aún así venceré. Porque en Ti, Cristo Jesús, soy vencedora y más que vencedora. Por más que haya gente a la que le moleste, ganará el amor y no el odio. Y hoy será el día de mi milagro. En Ti confío, bendito Dios.

Silvia ’13.

martes, 10 de septiembre de 2013

Lo que somos y tenemos en Cristo. (Basado en el libro de Efesios).



   A través de todo el libro de Efesios podemos ver lo que somos al estar en Cristo, y los beneficios que en Él tenemos. En primer lugar podemos ver que al estar en Cristo somos BENDITOS, porque él nos bendijo con toda bendición espiritual en los lugares celestiales (V.1 del capítulo 1). Esto significa que por la victoria de Cristo Jesús podemos disfrutar de sus beneficios. Inmediatamente después vemos, además,  que  somos ESCOGIDOS por él antes de la fundación del mundo(V.4). Avanzando un poco más, también vemos que el Padre nos ADOPTÓ COMO HIJOS SUYOS por su voluntad; y en él somos ACEPTOS(V.6).
   Continuando con el capítulo 1 vemos en estos versículos que siguen, unas cuantas cosas más que somos y tenemos en Cristo. Una de éstas es, REDENCIÓN  por su sangre, PERDÓN DE PECADOS,  y nos mostró su voluntad(Vs.7,8,9). En Cristo Jesús somos HEREDEROS, porque en él tenemos HERENCIA(V.11). Al tener herencia, somos SELLADOS  con el Espíritu Santo de la promesa(V.13). Cuando en el versículo siguiente se habla de “arras” esto significa que nosotros tenemos un anticipo de la promesa, que lo podremos disfrutar en forma completa cuando estemos en la gloria.
   Avanzando un poco más, en los versículos 17 y 18 del mismo capítulo primero, vemos que otra de las cosas que Cristo nos da es, espíritu de sabiduría y revelación para que conozcamos más de él, y así, nos abre el entendimiento para que tengamos cada vez más revelación acerca de las verdades más profundas de la fe.
   Entrando ya en el capitulo 2 nos encontramos con la palabra clave aquí: GRACIA, la cual significa regalo, bondad excepcional de parte de Dios a los seres humanos. Es decir, que según los versículos 8 y 9 la gracia de Dios se manifestó a nosotros dándonos el regalo inmerecido de la salvación a través de Cristo. Porque debemos tener claro que Dios nos dio este regalo a pesar de no merecerlo por estar muertos en el pecado; y que no teníamos posibilidad alguna de obtener el perdón por nuestros propios méritos. La salvación es un don de Dios, un regalo que a Él le place darnos por su infinita misericordia y bondad, y que sólo podemos recibir a través de la fe. Por eso es importante recalcar que no es por obras ni mérito propio.
   Ligado directamente a esto también tenemos que en Cristo Jesús hemos sido RECONCILIADOS con Dios, por medio de la cruz. Porque sólo por su perdón fuimos librados de la condenación, y nuestra deuda con el Padre pudo ser pagada por su obra redentora.
   En el capítulo 3 podemos ver que Él nos da fortaleza a través de su Espíritu, porque habita Cristo por la fe en nuestros corazones; y también por su Espíritu somos llenos de toda la plenitud de Dios(Vs.16-19).
   Ya en el capítulo 4 vemos que Dios nos da diferentes dones para que seamos de edificación a la iglesia, para perfeccionar a los creyentes para la obra del ministerio; y esto es algo que Cristo mismo nos da para que nos ayudemos y edifiquemos en amor(Vs.11-16).
   Por último, ya avanzando al capítulo 6 vemos que Dios nos equipa con diferentes armas espirituales, para que podamos hacer frente con eficacia, a los ataques de nuestro enemigo el diablo. Esto nos muestra que el Señor nunca nos deja solos ni con las cosas a medias; él siempre nos provee de todo lo que necesitamos.  Porque nuestra lucha no es contra sangre ni carne, es por eso que él nos da las armas espirituales que están especificadas en su Palabra, y nos insta a tomarlas cuando nos dice que tomemos toda la armadura(Vs. 15-19).
   Entonces, resumiendo, hemos visto que al estar en Cristo somos Salvos por gracia, Benditos, Escogidos, Perdonados, Herederos, Aceptos, somos Hijos Suyos, Redimidos, Reconciliados, y somos Sellados con el Espíritu Santo. En cuanto a lo que tenemos al estar en Cristo se cuenta, el tener Herencia, Bendición, tenemos Salvación y Perdón de nuestros pecados por su gracia infinita. También al estar en Cristo gozamos del beneficio de tener los Dones que él nos da para que seamos de edificación a la iglesia. Además también nos provee de Armadura espiritual para que podamos tener victoria sobre el enemigo.
   Haciendo asimismo un breve resumen, hasta aquí hemos visto algunos beneficios de los que gozamos al estar en Cristo. Es decir, lo que somos y tenemos en él, sólo tomando el libro de Efesios.
SILVIA’13.
  


lunes, 24 de junio de 2013

Por qué somos: Vencedores/Herederos/Benditos/Reyes y Sacerdotes. (Breve explicación)


  
    Sabemos que al venir Cristo a nuestras vidas, Él nos hace salvos porque tenemos vida a través de su sangre. Es por eso que en Cristo tenemos una paz como el mundo jamás podría darla, porque su Santo Espíritu llena todo nuestro ser. Por todo esto es que en Él y por Él, somos vencedores, herederos, benditos, y somos reyes y sacerdotes porque fuimos hechos hijos suyos por medio de Jesucristo, nuestro Salvador.
  
   Entonces, somos:

   Vencedores: Porque Cristo es vencedor. En la cruz del Calvario Él venció a la muerte cuando resucitó al tercer día. Col. 2:14-15, 1ªCo.15:20, 57. Por eso mismo, al estar en Cristo somos más que vencedores en Él, tal como dice en Romanos 8:37, 31.

   Herederos: Porque al estar en Cristo tenemos herencia a través de Él (Ef.1:11-14), al ser adoptados hijos suyos (JN 1:12-13; Ef.1:5), y sellados con el Espíritu Santo de la promesa. “Arras” es esta promesa o garantía (2ªCo. 1:21-22). Dentro de lo que es la herencia tenemos redención por su sangre, y el perdón de pecados (Ef.1:7).

   Benditos: Además de ser ya benditos porque en Cristo tenemos herencia (Ef.1:11); también somos benditos porque Dios nos bendijo con toda bendición espiritual en Cristo (Ef.1:3, 7-8). Somos benditos porque Él nos suple conforme a sus riquezas en gloria (Fil. 4:19). Porque Dios es poderoso para hacer todas las cosas mucho más abundantemente de lo que pedimos o entendemos (Ef. 3:20-21). Y en Dios todas sus promesas son SI y AMÉN (1ªCo.1:20). También podemos agregar dentro de este punto, aunque algo ya hice referencia unas líneas  más arriba, que en Cristo somos ricos. Pero no como el mundo entiende las riquezas, sino en un sentido mucho más profundo y espiritual; esto es, en el sentido que la Biblia lo enseña: Col. 2:2-3, Ef.1:17-19, Ro.8:32.

   Reyes y Sacerdotes: Bajo el nuevo Pacto Dios nos hizo reyes y sacerdotes para Él. Porque en el antiguo Pacto sólo unos pocos eran sacerdotes, y eran los privilegiados que podían tener acceso directo al trono de Dios a través de los sacrificios expiatorios de animales. Por eso a través de Cristo Jesús fuimos hechos reyes y sacerdotes, y podemos ofrecer sacrificios espirituales aceptables a Dios (1Pe.2:5); además tenemos acceso directo al trono de Dios, ya que al tener libre acceso podemos acercarnos con confianza a través de Jesús, ya que Él es nuestro sumo sacerdote (He.4:14-16). El ser reyes y sacerdotes también implica  ser luz al mundo que está en tinieblas (Ef.5:8); y en Cristo además somos reyes porque reinaremos con Él en el futuro (Ap.20:6).
  
   Silvia’13
  


   

domingo, 23 de junio de 2013

Cuando el descuido se vuelve apostasía.


   Aunque por ahí parezca que suene demasiado drástico, es muy cierto que si descuidamos la enseñanza de la sana doctrina podemos fácilmente caer en la apostasía; trayendo consecuencias desastrosas a los que estén dentro de nuestra zona de influencia.  ¿Y que cómo puede ser esto? Veamos primero lo que dice la Biblia en 2ª Juan 9:

   “Cualquiera que se extravía y no persevera en la doctrina de Cristo, no tiene a Dios”

   De aquí que podemos deducir que la apostasía sucede cuando alguien renuncia o apostata de la fe, para seguir otras doctrinas. Esto es, que al apartarse o volverse atrás de lo que creía primeramente, dicha persona se desvía o extravía de la doctrina o creencia que profesaba. Por eso es que Pablo le advierte  a Timoteo acerca de estas cosas en 1ª Ti. 4:16:

   “Ten cuidado de ti mismo y de la doctrina”

   Pero antes de seguir con el tema, explicaré en qué consiste la doctrina, ya que no es cualquier doctrina.
   Vemos en Deuteronomio 6:5 que dice: “Amarás a Jehová, tu Dios, de todo tu corazón, de toda tu alma y con todas tus fuerzas”
    Y en el versículo 14 del mismo capítulo de Deuteronomio:
   “No vayais detrás de dioses ajenos…”
   Si leemos completo Deuteronomio 6:4-9, 13-15 se comprenderá mejor, ya que es muy importante que leamos los pasajes bíblicos dentro de su contexto.
   En el Nuevo Testamento tenemos Romanos 1:3-4 en cuyo texto podemos leer lo siguiente:
    “Evangelio que se refiere a su Hijo, nuestro Señor Jesucristo, que era del linaje de David según la carne, que fue declarado Hijo de Dios con poder, según el Espíritu de Santidad, por su resurrección de entre los muertos”.
   También el texto de Romanos 8:34 habla en este mismo sentido.
   Otros pasajes bíblicos que además podemos incluir aquí son Filipenses 2:6-11, 1ª Ti. 3:16 y 2ª Ti. 2:8, por citar sólo algunos. El de 1ª de Timoteo 3:16 es una gran declaración de fe:
   “Dios fue manifestado en carne, justificado en el Espíritu, visto de los ángeles, predicado a los gentiles, creído en el mundo, recibido arriba en gloria”.

   Hasta aquí, resumido, está lo que es la doctrina de la que está hablando el apóstol Pablo en estos pasajes que hemos visto. Esta es la doctrina que hemos de cuidar: que Jesucristo vino en carne, que es el Hijo de Dios, y que por medio de su obra redentora en la cruz del Calvario, tenemos vida y salvación. Porque su sacrificio fue completo, y fue suficiente. Por esto mismo Cristo es el único mediador entre nosotros y el Padre, ya que por medio de él fuimos reconciliados con Dios. Él es nuestro único y suficiente salvador, y sólo Él merece toda nuestra adoración. Tito 3:4-6, 1ª Ti. 2:5, He. 9:24-28, Ro. 5:10.

   Ahora, volviendo al tema de la apostasía, sabemos que esta consiste en extraviarse de la doctrina de Cristo. Por esta misma causa el que se extravía abre las puertas para que espíritus engañadores tomen posesión de su vida. Y como si con esto fuera poco, la confusión y los falsos maestros que traerán falsas enseñanzas, también harán su aparición en la escena.

   Una de las características inconfundibles de la apostasía es negar la suficiencia de la obra redentora de Cristo. Esto significa que las personas apóstatas le agregarán obras, esfuerzo humano, y demás reglas hechas por el hombre; que buscarán hacer ineficaz la gracia de Dios (Ef. 2:8-9, Ro.5:1-2, 8), lo cual queda en completa contradicción a lo que enseña la Biblia. Del mismo modo, cuando se enseña que hay otros-además de Cristo- que pueden mediar entre Dios y nosotros, también se incurre en herejía ya que también se niega la suficiencia de la obra redentora de Cristo. 1ª Timoteo 2:5 refuta claramente esta falsedad, por nombrar sólo un versículo. Porque por supuesto hay muchos más que refutan esto.

   A todo lo anteriormente dicho,  podemos agregar que el espíritu de error o engaño, lleva a que estas personas crean en diversas doctrinas de demonios tales como, el prohibir cosas que Dios nunca ha prohibido. Por ejemplo: el casarse, o el abstenerse de comer ciertos alimentos (1ª Ti. 4:3-5). El por qué sucede esto tenemos la respuesta en el versículo 2 del mismo 1ª Timoteo 4. Porque toda esta gente al desviarse de la verdad tienen cauterizada la conciencia; es decir, que se les ha oscurecido el entendimiento por causa de la acción de los espíritus engañadores en sus vidas.

   Por todo esto de más está decir que si uno acuerda, o hace alianza con este tipo de personas, estaría incurriendo en yugo desigual, algo que la Biblia condena expresamente en 2ª Co. 6:14-16a. Porque si somos luz no podemos tener comunión con las tinieblas, claro está. Esto no es falta de amor, ni religión ni nada de eso. Es respetar lo que la Biblia dice. Por eso, no pretendamos querer ser más buenos que Dios, ya que nunca podremos porque tal cosa no existe. Lo que sí en cambio lograríamos con eso es entrar en desobediencia a Dios, y en apostasía. Para que quede más claro, y para concluir, el pasaje de 2ª Juan 10 y 11 es más que contundente, ya que no deja lugar a dudas:

  “Si alguno viene a vosotros, y no trae esta doctrina, no lo recibáis en casa, ni le digáis: ¡Bienvenido!
    Porque el que le dice: ¡Bienvenido! participa en sus malas obras.”

   Más claro, échenle agua. Por eso no pretendamos querer quedar bien con todo el mundo; no sea que terminemos quedando mal con Dios. Tengamos cuidado con eso. Bendecidos.

   SILVIA’13.

jueves, 18 de abril de 2013

La música de Dios (3º parte)


Ahora aquí surge otra cuestión: que uno sea influenciado por la cultura circundante es una cosa; en cambio, querer imitar o copiar lo del mundo es algo muy distinto. Esto sí que es algo que nunca he logrado comprender: el querer ganar a la gente para Cristo usando los mismos métodos o recursos del mundo. En lugar de tratar de ser originales, y hacer algo nuevo y fresco, terminamos siendo una fotocopia de los grupos o bandas seculares. Sé que en este punto por ahí, muchos no estarán tan de acuerdo conmigo. Hasta podrían pensar que es una opinión personal mía, y hasta cierto punto, puede que a lo mejor lo sea. Sin embargo, desde hace mucho tiempo hay algo que vengo observando en el campo de la música cristiana, que por cada banda o grupo famoso que aparece a nivel secular; casi siempre, o siempre tal vez, surge la “versión”  cristiana del mismo. Es decir, otro grupo con un estilo muy parecido al “original” pero con la diferencia de que estos hacen música cristiana. Y justamente eso es lo que no me cuadra. De eso es de lo que hablo cuando digo que podemos ser originales, y hacer cosas nuevas. No tenemos necesidad de ser fotocopias de nadie de esta tierra, si Dios nos hizo únicos. Porque si somos hijos de Dios, y sabemos que Él nos puede dar creatividad, no dudemos en pedírsela, y ¡usarla! Generemos cosas nuevas. No nos limitemos a ser reactivos o contestatarios de lo secular. Seamos creativos y originales en todo, lo cual incluye también la música que compongamos. Que nuestro límite sea solamente la Palabra de Dios; es decir, que lo que hagamos musicalmente sea algo agradable al Señor, y con un nivel de excelencia. Porque a Dios debemos darle siempre lo mejor, no algo inferior ni de baja calidad.

   Volviendo al punto principal, acerca de cuál es “la música de Dios”, buscaremos-por si aún queda alguna duda- la única respuesta válida: la respuesta bíblica. Entonces, de acuerdo a la Biblia, uno podría decir que a Dios le agrada la música suave, si sólo ve lo que dice el Salmo 147:1   
“Alabad a JAH, Porque es bueno cantar salmos a nuestro Dios; Porque SUAVE y hermosa es la alabanza.” Sin embargo, también vemos que en el Salmo 30:11-12 el salmista cantó, se alegró, y BAILÓ delante de Dios. En el Salmo 100:1-2 se nos insta a venir a la presencia de Dios con regocijo, servirle con alegría, y cantarle alegre. Y así podría seguir dando muchos ejemplos de esto. Pero sólo daré dos más: los Salmos 148 y 149, en los cuales se puede apreciar que Dios es un Dios dinámico y alegre; no es apagado ni estático. También vemos que a Dios le agrada en gran manera la música. Por eso, no cometamos, entonces, el gran error de querer encerrar a Dios dentro de un estilo de música en particular. No mezclemos nuestros gustos personales con lo que a nosotros nos parece que a Dios le agrada. En la Escritura no dice que a Dios le guste alguna música en especial; como tampoco dice que le disguste alguna otra en particular. Por otro lado lo que sí dice, es que a Dios lo que sí le agrada es un corazón contrito y humillado (Salmo 51:17).

   A Dios también le agrada, como dije antes, que seamos originales, porque dice en varios Salmos que le cantemos cántico nuevo (Salmos 33:1, 40:3, 147:1, y otros más). Además podemos ver en el Salmo 150, que Dios nos exhorta a alabarle con distintos instrumentos de música. Se enumeran varios instrumentos, y no se prohíbe ninguno en especial. Más aún, en el Salmo 149:6 se nombra específicamente a la voz humana cuando dice que, “Exalten a Dios con sus gargantas…” Es decir, se nos exhorta también a cantarle. En cuanto a Efesios 5:19 tiene también el mismo sentido. Por eso, no le hagamos decir a la Palabra, cosas que la Palabra no dice. Recordemos lo que dice al respecto en Ap. 22:18-19.

   Para concluir diremos entonces, que ha quedado más que respondida la pregunta que plateamos al principio, en cuanto a cuál es la música que agrada a Dios. Por eso no le busquemos más el lado complicado al tema, ni emitamos juicios basados en nuestras apreciaciones personales y subjetivas. Dejemos de condenar lo que Dios no condena. Pero eso si, seamos creativos y originales a la hora de componer música o escribir letras. Siempre busquemos nuestro propio estilo, único y personal. En cuanto a los que querían una respuesta más “concreta” en el tema de la música agradable a Dios, como ya dije líneas más arriba, quedó más que claro el asunto. Aunque no fuera de la manera que algunos esperaban.
 SILVIA’13