jueves, 18 de abril de 2013

La música de Dios (3º parte)


Ahora aquí surge otra cuestión: que uno sea influenciado por la cultura circundante es una cosa; en cambio, querer imitar o copiar lo del mundo es algo muy distinto. Esto sí que es algo que nunca he logrado comprender: el querer ganar a la gente para Cristo usando los mismos métodos o recursos del mundo. En lugar de tratar de ser originales, y hacer algo nuevo y fresco, terminamos siendo una fotocopia de los grupos o bandas seculares. Sé que en este punto por ahí, muchos no estarán tan de acuerdo conmigo. Hasta podrían pensar que es una opinión personal mía, y hasta cierto punto, puede que a lo mejor lo sea. Sin embargo, desde hace mucho tiempo hay algo que vengo observando en el campo de la música cristiana, que por cada banda o grupo famoso que aparece a nivel secular; casi siempre, o siempre tal vez, surge la “versión”  cristiana del mismo. Es decir, otro grupo con un estilo muy parecido al “original” pero con la diferencia de que estos hacen música cristiana. Y justamente eso es lo que no me cuadra. De eso es de lo que hablo cuando digo que podemos ser originales, y hacer cosas nuevas. No tenemos necesidad de ser fotocopias de nadie de esta tierra, si Dios nos hizo únicos. Porque si somos hijos de Dios, y sabemos que Él nos puede dar creatividad, no dudemos en pedírsela, y ¡usarla! Generemos cosas nuevas. No nos limitemos a ser reactivos o contestatarios de lo secular. Seamos creativos y originales en todo, lo cual incluye también la música que compongamos. Que nuestro límite sea solamente la Palabra de Dios; es decir, que lo que hagamos musicalmente sea algo agradable al Señor, y con un nivel de excelencia. Porque a Dios debemos darle siempre lo mejor, no algo inferior ni de baja calidad.

   Volviendo al punto principal, acerca de cuál es “la música de Dios”, buscaremos-por si aún queda alguna duda- la única respuesta válida: la respuesta bíblica. Entonces, de acuerdo a la Biblia, uno podría decir que a Dios le agrada la música suave, si sólo ve lo que dice el Salmo 147:1   
“Alabad a JAH, Porque es bueno cantar salmos a nuestro Dios; Porque SUAVE y hermosa es la alabanza.” Sin embargo, también vemos que en el Salmo 30:11-12 el salmista cantó, se alegró, y BAILÓ delante de Dios. En el Salmo 100:1-2 se nos insta a venir a la presencia de Dios con regocijo, servirle con alegría, y cantarle alegre. Y así podría seguir dando muchos ejemplos de esto. Pero sólo daré dos más: los Salmos 148 y 149, en los cuales se puede apreciar que Dios es un Dios dinámico y alegre; no es apagado ni estático. También vemos que a Dios le agrada en gran manera la música. Por eso, no cometamos, entonces, el gran error de querer encerrar a Dios dentro de un estilo de música en particular. No mezclemos nuestros gustos personales con lo que a nosotros nos parece que a Dios le agrada. En la Escritura no dice que a Dios le guste alguna música en especial; como tampoco dice que le disguste alguna otra en particular. Por otro lado lo que sí dice, es que a Dios lo que sí le agrada es un corazón contrito y humillado (Salmo 51:17).

   A Dios también le agrada, como dije antes, que seamos originales, porque dice en varios Salmos que le cantemos cántico nuevo (Salmos 33:1, 40:3, 147:1, y otros más). Además podemos ver en el Salmo 150, que Dios nos exhorta a alabarle con distintos instrumentos de música. Se enumeran varios instrumentos, y no se prohíbe ninguno en especial. Más aún, en el Salmo 149:6 se nombra específicamente a la voz humana cuando dice que, “Exalten a Dios con sus gargantas…” Es decir, se nos exhorta también a cantarle. En cuanto a Efesios 5:19 tiene también el mismo sentido. Por eso, no le hagamos decir a la Palabra, cosas que la Palabra no dice. Recordemos lo que dice al respecto en Ap. 22:18-19.

   Para concluir diremos entonces, que ha quedado más que respondida la pregunta que plateamos al principio, en cuanto a cuál es la música que agrada a Dios. Por eso no le busquemos más el lado complicado al tema, ni emitamos juicios basados en nuestras apreciaciones personales y subjetivas. Dejemos de condenar lo que Dios no condena. Pero eso si, seamos creativos y originales a la hora de componer música o escribir letras. Siempre busquemos nuestro propio estilo, único y personal. En cuanto a los que querían una respuesta más “concreta” en el tema de la música agradable a Dios, como ya dije líneas más arriba, quedó más que claro el asunto. Aunque no fuera de la manera que algunos esperaban.
 SILVIA’13

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