Dijimos
anteriormente que más allá del estilo de música que ejecute o cante alguien,
está lo que hay en su corazón; esto es, la intencionalidad o el espíritu con
que lo hace. Sin embargo, mucho se insiste desde ciertos lugares, en que
determinados estilos de música no son de Dios, y que despiertan la carnalidad.
Pero también, como ya dije antes, el problema es la naturaleza caída del
hombre, y no la música en sí misma. Por eso mismo podríamos decir que, de
acuerdo a lo que haya en su interior, así también será su música. Porque en la Palabra también dice que
“de la abundancia del corazón habla la boca” (Mt.12:34-35), y además, que por
los frutos los conoceremos (Mt.7:20).
Entonces, si
tenemos en cuenta lo anterior, vemos que NO HAY un estilo musical específico
que agrade, o desagrade especialmente, a Dios. Afirmar lo contrario, asimismo,
no sólo sería una falacia sino que además carecería de sustento bíblico. Para
que se entienda mejor, lo diré más gráficamente. Esto es, que cuando se insiste
en que, por ejemplo, la música rock es
del diablo; por otro lado, suele ocurrir que se quiere afirmar que cualquier
música suave, -como la clásica, por ejemplo- SI es de Dios. Pero al decir esto
se ignora peligrosamente que, del mismo modo que hay rockeros (Seculares, se
entiende), que viven de cualquier manera y aún practican el satanismo, en su
mayoría; asimismo también hay muchos músicos clásicos muy respetados hoy día, que
vivieron vidas plagadas de excesos y hundidas en la más profunda carnalidad, y
que por esa causa muchos de ellos murieron jóvenes. Podría además dar el
ejemplo de los himnos que por tantos
años se han cantado en las iglesias, y que muchos los tienen en un pedestal, y
como única música válida. (Si, todavía hay gente que piensa de esa manera tan
rígida). Estos himnos, -muchos de ellos muy hermosos, por cierto- fueron
compuestos en base a canciones populares de la época, y con la música popular
también de aquel entonces. Podríamos agregar que también, en un principio
fueron muy resistidos por los más tradicionalistas de la iglesia, porque estos
preferían continuar con los Salmos métricos, y no con aquella “música mundana”
que tenían los flamantes himnos. Vemos aquí, que aún en los himnos
congregacionales quedó la impronta, o influencia, de la música y la cultura de
la época en que fueron compuestos. Por eso mismo es imposible, que si uno está
dentro de una cultura determinada, no vaya a ser influenciado de alguna manera
por esta. (Continúa)
No hay comentarios:
Publicar un comentario