miércoles, 7 de marzo de 2012

Lo que implica el servicio.

El servicio a Dios es un  privilegio y una bendición que Él nos concede. Es muy importante que tengamos presente eso. Por lo tanto el servicio es algo que debemos hacer por amor de Su Nombre- Y de las personas, ya que esto es la evidencia visible que lo amamos a Él- con agradecimiento y humildad de corazón.
  
   Básicamente el servicio es un privilegio que Dios nos da de poder bendecir a otros a través del don que hemos recibido de Él. (1 Pedro 4:10). Porque los dones son un regalo del Padre para nosotros.

   El poder servir dentro del cuerpo de Cristo, entonces, implica oportunidad y responsabilidad. Esto es, la oportunidad de ser útil a su obra, para la edificación de la iglesia. (EF. 4:12). Oportunidad también es el poder estar en una congregación donde el cristiano pueda desarrollar lo que Dios le ha dado con libertad. Porque sólo donde hay libertad el Espíritu de Dios podrá moverse y fluir en bendición.

   En lo que respecta a la responsabilidad, podemos ver que es algo que el Señor se lo toma muy en serio. Por lo tanto, lo mismo debemos hacer nosotros. Porque Dios cuando nos da algo, es para que lo utilicemos bien y no para que seamos negligentes ni mediocres en lo que hagamos. (Mateo 25:22-30). No seamos como el siervo negligente, sino como los otros siervos que cumplieron con su tarea.

   Otra implicación muy importante en lo que estamos viendo es, estar donde Jesús está y seguirlo a Él. (JN. 12:26). Esto quiere decir que quien sirve siempre está cuando se lo precisa, y no pone excusas. Una actitud de amable disposición, capacidad para trabajar en equipo, y estar en el momento preciso y en el lugar indicado son algunas de las cosas de mucho valor a la hora de encaminarse al servicio.

   Otro punto a tener en cuenta- y que está estrechamente relacionado con el anterior- es tener una actitud correcta.  Esto es, el ser humilde  de corazón, ser una persona íntegra en todas las áreas de la vida todo el tiempo, ser amables con la gente, etc. Porque a Dios no le gusta cuando alguno se vuelve vanidoso, soberbio, y que rivaliza y compite con los demás. (Filipenses 2:37; 1 Corintios 9:19). A Dios tampoco le agrada cuando ve que los cristianos sirven por jactancia o vanagloria, o que tienen una determinada posición de autoridad y abusan de ella.  Por eso el tener un corazón de siervo, sumiso, amable, que está dispuesto siempre a ayudar en lo que haga falta, y que no busca los primeros lugares ni elevarse sobre los demás (Mateo 20:27-28; Lucas 17:10).  Porque como bien dice el Apóstol Pablo en  Filipenses 2:4 “Porque el servicio no es para provecho propio, sino para ser de bendición a otros”. Por lo tanto, el que no haya comprendido desde un principio esto, quiere decir que todavía no ha entendido nada.

   Algo que tampoco debe quedar afuera en este tema, es que el ser un buen siervo involucra directamente el ser un buen administrador (1Pedro 4:10). Un siervo negligente será un mal administrador; del mismo modo el que fue fiel en lo que se le encomendó, fue aquel que supo administrar correctamente los recursos de su Señor y fue compensado por eso.

   Porque el servicio a Dios, el ser un buen siervo trae favor y recompensa de parte de Él. No lo olvidemos. (JN. 12:26b). Nuestra recompensa viene del Señor, no de la gente. Por eso el servirle a Cristo siempre trae las mayores bendiciones.

   

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