sábado, 20 de noviembre de 2010

Ordenando la casa

   Lo que uno guarde en el corazón y en la mente es lo que determinará nuestras actitudes, nuestra forma de actuar en la vida. Por eso el hecho de revisar nuestro andar debe ser algo diario, que nunca descuidemos.

   Para graficarlo, podríamos decir que así como nosotros nos preocupamos porque nuestra casa natural, física, esté limpia y ordenada; del mismo modo debemos hacerlo con la casa espiritual de nuestra vida, nuestro corazón.

   Entonces, de la misma manera es importante que tanto como limpiamos y ordenamos nuestra casa todos los días, tenemos que hacerlo también así en lo concerniente a nuestra vida espiritual. ¿Y cómo? Muy simple: autoevaluándonos del siguiente modo: revisando las distintas habitaciones de nuestro “hogar”; es decir, el corazón, la mente y las actitudes.

   En primer lugar, es sumamente importante el corazón, lo que está más adentro y que nadie ve, pero DIOS LO VE.

   Porque de lo que haya en nuestro corazón es de lo que hablará nuestra boca. No por nada en Lucas 6: 43-45 Jesús dijo que por sus frutos los conoceríamos porque de la abundancia del corazón habla la boca. También dijo que un árbol malo no puede dar buenos frutos como así tampoco un árbol bueno puede dar malos frutos.

   Asimismo debemos revisar la “habitación” de nuestra mente. En qué pensamos más; los demás no lo saben pero DIOS SÍ LO SABE.

   Filipenses 4: 8-9 nos da una clara indicación de cómo deben ser nuestros pensamientos.
  
   Lo que pensamos, TODO lo que pensamos, ¿ Está de acuerdo siempre con la  Palabra?

   Por eso tiene tanto valor que renovemos a diario nuestra mente con la Palabra. (Ro. 12: 1-2). Es decir, debemos leerla y meditar en ella todos los días(Josué 1:8).


   Porque de acuerdo a lo que haya en nuestra mente y corazón, es de lo que hablará, o confesará nuestra boca; y eso es lo que reflejarán nuestras actitudes.

   Lo tercero que hay que revisar, continuando entonces con esta enumeración, son las actitudes. Porque las actitudes son el reflejo de lo que hay en la mente y el corazón. Esto es, lo que las personas ven, y también lo que no ven. Pero, DIOS SABE Y VE TODO, SIEMPRE. Por eso de acuerdo a tu siembra (Actitudes), será tu cosecha (Consecuencia directa de tus actitudes). No hay otra manera, ya que Dios no puede ser burlado (Gá. 6: 7-8).

   También en Gálatas, pero 5: 16-23, se enumeran las obras de la carne y el fruto del Espíritu. Debemos examinar cuáles son las que prevalecen en nuestras vidas, y evitar tener toda actitud contraria a lo que manda la Palabra (Ef. 4: 29-32).

   Por lo tanto, tenemos que ser vigilantes con lo que se almacena en nuestra mente y corazón, para que estos no sean contaminados ( Mt. 15: 17-20).

   Entonces, es por esta razón que no debemos descuidar el limpiar y el ordenar la “casa” de nuestra vida ni un solo día.

   Por eso mismo, para que esto sea así, tenemos que cuidar lo que entra en nuestro corazón, y en nuestra mente. Porque esto es lo que determinará nuestras actitudes y forma de actuar. Porque si queremos ser bendecidos y que nos vaya bien debemos actuar en lo principios de la Palabra; y si en algo le hemos fallado abogado tenemos (1Jn. 1:9), que nos perdona y defiende.

   Para finalizar, si nos determinamos a permitirle a Dios que sea él, quien ordene nuestros pasos (Salmo 119: 133), nuestra “casa” siempre; entonces esta estará ordenada  y bendecida porque no se acumulará el desorden ni los desperdicios en su interior.
SILVIA




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