domingo, 29 de agosto de 2010

Él no desecha a nadie

Isaías 41:9-10 ha hablado mucho a mi vida cuando estaba pasando por ciertas circunstancias adversas. Así fue que sucedió un día que al estar leyendo la Biblia me encontré con que el versículo donde dice "Mi siervo eres tú; te escogí y no te deseché", resonaba con inusual fuerza dentro de mí. Era como si las letras saltaran en mi Biblia. Y fue en aquel momento tan malo que Dios habló a mi vida, y me hizo entender que yo era su escogida, su sierva útil y amada.También entendí, o recordé, que no tenía que temer porque él siempre me sostendría y estaría conmigo. Habló a mi vida y me hizo que entendiera de una vez lo importante que desde siempre fuí para él; que por eso mismo no tenía que hacer caso a las palabras en contrario que me habían dicho otras personas. Comprendí que lo único importante en verdad, es lo que Dios piensa, y no las otras personas; sin importar el cargo o la posición que éstas puedan tener dentro de la iglesia. Sucedió que yo me había abatido tanto, que aún hasta dudé del llamado de Dios para mi vida. Fue entonces cuando esa palabra resonó dentro mío, y comencé a levantarme. Es más, en ese momento empecé a escribír mis primeras letras de canciones. Una de ellas se llama justamente "El siervo". Por eso queria compartír esto. Porque quiero ser de bendición para tu vida, y no como esas personas lo fueron conmigo en aquel momento. Deseo en mi corazón que tu también puedas entender, o recordar, lo importante y útil que eres para Dios. Por eso te pido que no lo ofendas sintiéndote que sos un bueno para nada, o dudando de la palabra que él te dió. Que no te importe lo que otros te digan, porque si eso que te dicen no está de acuerdo con la Palabra de Dios, ni siquiera vale la pena que lo escuches. No lo escuches ni lo aceptes. Es que ahí está el error, cuando escuchamos y aceptamos las palabras negativas, porque le damos lugar al enemigo. Entonces debemos rechazarlas en el nombre de Jesús. Por eso te animo a que desenfundes tu guitarra y comiences a tocar, no importa como suene. Practica. Pon en acción tu creatividad y vuelve a componer. Seguro saldrán melodías buenas, no lo dudes. O en cualquier otra cosa que hagas, pon en acción ese talento que Dios te dió. No lo desperdicies ni lo entierres. Una vez más lo digo: ponte a trabajar eso que Dios te dió. Eres un escogido de él, útil y apreciado en sus manos. Todo esto, es lo que Isaías 41:9-10 significa para mí.

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