Sabemos que al
venir Cristo a nuestras vidas, Él nos hace salvos porque tenemos vida a través
de su sangre. Es por eso que en Cristo tenemos una paz como el mundo jamás
podría darla, porque su Santo Espíritu llena todo nuestro ser. Por todo esto es
que en Él y por Él, somos vencedores, herederos, benditos, y somos reyes y
sacerdotes porque fuimos hechos hijos suyos por medio de Jesucristo, nuestro
Salvador.
Entonces, somos:
Vencedores: Porque
Cristo es vencedor. En la cruz del Calvario Él venció a la muerte cuando
resucitó al tercer día. Col. 2:14-15, 1ªCo.15:20, 57. Por eso mismo, al estar
en Cristo somos más que vencedores en Él, tal como dice en Romanos 8:37, 31.
Herederos: Porque
al estar en Cristo tenemos herencia a través de Él (Ef.1:11-14), al ser
adoptados hijos suyos (JN 1:12-13; Ef.1:5), y sellados con el Espíritu Santo de
la promesa. “Arras” es esta promesa o garantía (2ªCo. 1:21-22). Dentro de lo
que es la herencia tenemos redención por su sangre, y el perdón de pecados
(Ef.1:7).
Benditos: Además de
ser ya benditos porque en Cristo tenemos herencia (Ef.1:11); también somos
benditos porque Dios nos bendijo con toda bendición espiritual en Cristo
(Ef.1:3, 7-8). Somos benditos porque Él nos suple conforme a sus riquezas en
gloria (Fil. 4:19). Porque Dios es poderoso para hacer todas las cosas mucho
más abundantemente de lo que pedimos o entendemos (Ef. 3:20-21). Y en Dios
todas sus promesas son SI y AMÉN (1ªCo.1:20). También podemos agregar dentro de
este punto, aunque algo ya hice referencia unas líneas más arriba, que en Cristo somos ricos. Pero
no como el mundo entiende las riquezas, sino en un sentido mucho más profundo y
espiritual; esto es, en el sentido que la Biblia lo enseña: Col. 2:2-3, Ef.1:17-19,
Ro.8:32.
Reyes y Sacerdotes:
Bajo el nuevo Pacto Dios nos hizo reyes y sacerdotes para Él. Porque en el
antiguo Pacto sólo unos pocos eran sacerdotes, y eran los privilegiados que podían
tener acceso directo al trono de Dios a través de los sacrificios expiatorios
de animales. Por eso a través de Cristo Jesús fuimos hechos reyes y sacerdotes,
y podemos ofrecer sacrificios espirituales aceptables a Dios (1Pe.2:5); además
tenemos acceso directo al trono de Dios, ya que al tener libre acceso podemos
acercarnos con confianza a través de Jesús, ya que Él es nuestro sumo sacerdote
(He.4:14-16). El ser reyes y sacerdotes también implica ser luz al mundo que está en tinieblas
(Ef.5:8); y en Cristo además somos reyes porque reinaremos con Él en el futuro
(Ap.20:6).
Silvia’13
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