martes, 5 de marzo de 2013

La música de Dios.


Salmo 150:6.  Todo lo que respira alabe al Señor.

   Cuando hablamos de este tema, las cosas suelen complicarse un poco. El por qué sucede esto es simple: muchos suelen arrogarse el tener una respuesta para algo que ni la Biblia ha respondido categóricamente. La gente suele poner etiquetas a los géneros musicales aduciendo que cierto tipo de música es de Dios, según su propio entendimiento, y juzgando por ciertas características específicas. Por el contrario, utilizando el mismo razonamiento, llegan a la conclusión que ciertos tipos de música son absolutamente del diablo, satánicas, y que las mismas, no se pueden utilizar para alabar a Dios. Pero el punto principal acá es en qué nos basamos para emitir semejantes juicios. Generalmente, sucede que nos basamos en nuestros propios gustos personales, o nuestra propia manera de ver las cosas, la cual es subjetivo. Y es a esto que luego le llamamos “el juzgar justamente”. Pero el juicio justo deber ser como dice la Palabra, y no de otra manera (MT. 7:24). Es decir, basado en lo que la Biblia dice al respecto, y no en lo que nosotros queremos hacerle decir a la misma. Sin embargo, lo que más llama la atención de todo esto, es ver como se catalogan géneros o estilos  musicales como la “música de Dios”, o la “música del diablo”, cuando ni la Biblia misma hace ese tipo de distinción. Entonces, en lugar de crear o descubrir cosas nuevas, en lo que hace a la música, nos ponemos a criticar al que trata de hacer algo. Ahora, sabemos que es cierto que muchas de estas personas no sólo no se dedican a la música, sino que además tampoco conocen nada ni de música, ni de nada que tenga que ver directamente con ella. Entonces, si yo de algún tema determinado no conozco, o no sé mucho, ¿con qué autoridad me atrevo a abrir la boca para opinar? El hecho de que alguien crea saber mucho de la Biblia no significa, necesariamente, de que pueda hablar u opinar de cualquier tema como si fuera un erudito en el mismo. Sin embargo, algunos me pueden objetar que tal o cual música despierta la carnalidad, exalta la sensualidad, o bien, es desagradable; o asimismo, que tal músico o cantante, no vive de acuerdo a lo que “predica” con su música. Pero acá caemos en el error de juzgar injustamente. En primer lugar,  porque el estilo o tipo de música nada tiene que ver con la vida espiritual de dicho músico o cantante. Porque si alguien lleva una vida desordenada, por ejemplo,  esto va más allá de la actividad  o ministerio que esta persona realice. Para ser más clara, el problema en verdad es otro: el CORAZÓN DEL HOMBRE, su naturaleza corrupta y caída desde el Edén. Y aquí sí hay bastante sustento bíblico para estas afirmaciones, como Jeremías 17:9-10, Romanos 3:23, Mateo 15:18-20, etc.; y en Proverbios 4:23 dice que debemos guardarlo (al corazón) más que a cualquier otra cosa. Por eso mismo, si Dios lo dice por algo es. Porque vemos que el problema no está ni en la música en si misma, ni tampoco en el tipo de música que toquemos o escuchemos; ni aún es el problema si tocamos música en la iglesia, o en el boliche; ni siquiera tampoco es un obstáculo, o problema, el hecho de si decidiéramos grabar en una disquera secular. ¡No! Definitivamente, ese no es el punto ni el problema. ¡No! Y mil veces, ¡no! Como ya se ha dicho, y lo vuelvo a repetir, el problema es el hombre, el ser humano, y lo que hay en su corazón. Porque el hecho de que este viva en la carne o ande en el espíritu, (Gálatas 5:16-17, 25), influirá en sus actitudes de su diario vivir. El hecho de que alguien ponga la mira en las cosas de Dios (Col. 3:2), o no, será lo que determine cualquier decisión de su vida. Será eso, y no otra cosa. (Continuará)
SILVIA’13


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