1 Corintios 13:4-5.
Tal como vemos en este pasaje de la Escritura, podemos apreciar en qué consiste el
verdadero amor. Que es de Dios y que viene directamente del cielo. Porque tal
como dice en 1 Juan 4:8 el amor es la evidencia de que realmente conocemos a
Dios, de que en verdad hemos nacido de nuevo.
En el versículo 4 del mismo 1 Co. 13 dice: “El amor es sufrido, es
benigno”. Esto es que, el que tiene amor es bondadoso, ya que al ser este
evidencia de que somos hijos de Dios, tendremos además la capacidad de sufrir
con el que sufre, y llorar con que el que llora. El tener un carácter compasivo
y misericordioso es otra característica
de un genuino hijo de Dios.
En la segunda parte del mismo versículo 4, vemos también que el que tiene
verdadero amor no es envidioso, ya que quien diga conocer a Dios no puede
albergar esta clase de sentimiento, tan carnal y tan contrario a la naturaleza
divina.
El verdadero amor tampoco es jactancioso, ni se envanece (V.4c), porque
el que se jacta no es aprobado por Dios (2Co. 10:18). Nuestra gloria debe estar
siempre en el Señor (2Co. 10:17).
Por eso, el que verdaderamente tiene amor “No hace nada indebido, no
busca lo suyo” (V. 5a). Esto significa que nunca buscará dañar o herir a nadie
intencionalmente. Del mismo modo tampoco se complacerá en lastimar,
menospreciar o descalificar a nadie bajo ninguna excusa. Por el contrario, será
alguien compasivo, humilde y perdonador. No será alguien que se irrite
fácilmente, ni de carácter explosivo sino que tendrá un carácter manso y
paciente.
El que realmente alegue conocer o amar a Dios, no tendrá actitudes
egoístas ni fuera de lugar. Es decir, que no manifestará actitudes irascibles
ni será rencoroso; o que viva recordándoles el pasado a las personas siempre
que se le presente la oportunidad, y así, se crea juez de su prójimo creyéndose
con derecho a condenarlo.
Porque alguien que conoce realmente a Dios, va a manifestar el carácter
de Dios y no otra cosa. Por eso, al manifestar amor manifestamos el carácter de
Él, y sabremos entonces que le conocemos. Y el verdadero amor que viene del
Padre consiste justamente, en que las características del amor de las que se
habla aquí, 1 Corintios 13: 4:5, se hagan realidad cada día más en nuestras
vidas. Debemos velar siempre en eso y no descuidarnos nunca, para ser de
bendición y no de tropiezo.
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