lunes, 24 de junio de 2013

Por qué somos: Vencedores/Herederos/Benditos/Reyes y Sacerdotes. (Breve explicación)


  
    Sabemos que al venir Cristo a nuestras vidas, Él nos hace salvos porque tenemos vida a través de su sangre. Es por eso que en Cristo tenemos una paz como el mundo jamás podría darla, porque su Santo Espíritu llena todo nuestro ser. Por todo esto es que en Él y por Él, somos vencedores, herederos, benditos, y somos reyes y sacerdotes porque fuimos hechos hijos suyos por medio de Jesucristo, nuestro Salvador.
  
   Entonces, somos:

   Vencedores: Porque Cristo es vencedor. En la cruz del Calvario Él venció a la muerte cuando resucitó al tercer día. Col. 2:14-15, 1ªCo.15:20, 57. Por eso mismo, al estar en Cristo somos más que vencedores en Él, tal como dice en Romanos 8:37, 31.

   Herederos: Porque al estar en Cristo tenemos herencia a través de Él (Ef.1:11-14), al ser adoptados hijos suyos (JN 1:12-13; Ef.1:5), y sellados con el Espíritu Santo de la promesa. “Arras” es esta promesa o garantía (2ªCo. 1:21-22). Dentro de lo que es la herencia tenemos redención por su sangre, y el perdón de pecados (Ef.1:7).

   Benditos: Además de ser ya benditos porque en Cristo tenemos herencia (Ef.1:11); también somos benditos porque Dios nos bendijo con toda bendición espiritual en Cristo (Ef.1:3, 7-8). Somos benditos porque Él nos suple conforme a sus riquezas en gloria (Fil. 4:19). Porque Dios es poderoso para hacer todas las cosas mucho más abundantemente de lo que pedimos o entendemos (Ef. 3:20-21). Y en Dios todas sus promesas son SI y AMÉN (1ªCo.1:20). También podemos agregar dentro de este punto, aunque algo ya hice referencia unas líneas  más arriba, que en Cristo somos ricos. Pero no como el mundo entiende las riquezas, sino en un sentido mucho más profundo y espiritual; esto es, en el sentido que la Biblia lo enseña: Col. 2:2-3, Ef.1:17-19, Ro.8:32.

   Reyes y Sacerdotes: Bajo el nuevo Pacto Dios nos hizo reyes y sacerdotes para Él. Porque en el antiguo Pacto sólo unos pocos eran sacerdotes, y eran los privilegiados que podían tener acceso directo al trono de Dios a través de los sacrificios expiatorios de animales. Por eso a través de Cristo Jesús fuimos hechos reyes y sacerdotes, y podemos ofrecer sacrificios espirituales aceptables a Dios (1Pe.2:5); además tenemos acceso directo al trono de Dios, ya que al tener libre acceso podemos acercarnos con confianza a través de Jesús, ya que Él es nuestro sumo sacerdote (He.4:14-16). El ser reyes y sacerdotes también implica  ser luz al mundo que está en tinieblas (Ef.5:8); y en Cristo además somos reyes porque reinaremos con Él en el futuro (Ap.20:6).
  
   Silvia’13
  


   

domingo, 23 de junio de 2013

Cuando el descuido se vuelve apostasía.


   Aunque por ahí parezca que suene demasiado drástico, es muy cierto que si descuidamos la enseñanza de la sana doctrina podemos fácilmente caer en la apostasía; trayendo consecuencias desastrosas a los que estén dentro de nuestra zona de influencia.  ¿Y que cómo puede ser esto? Veamos primero lo que dice la Biblia en 2ª Juan 9:

   “Cualquiera que se extravía y no persevera en la doctrina de Cristo, no tiene a Dios”

   De aquí que podemos deducir que la apostasía sucede cuando alguien renuncia o apostata de la fe, para seguir otras doctrinas. Esto es, que al apartarse o volverse atrás de lo que creía primeramente, dicha persona se desvía o extravía de la doctrina o creencia que profesaba. Por eso es que Pablo le advierte  a Timoteo acerca de estas cosas en 1ª Ti. 4:16:

   “Ten cuidado de ti mismo y de la doctrina”

   Pero antes de seguir con el tema, explicaré en qué consiste la doctrina, ya que no es cualquier doctrina.
   Vemos en Deuteronomio 6:5 que dice: “Amarás a Jehová, tu Dios, de todo tu corazón, de toda tu alma y con todas tus fuerzas”
    Y en el versículo 14 del mismo capítulo de Deuteronomio:
   “No vayais detrás de dioses ajenos…”
   Si leemos completo Deuteronomio 6:4-9, 13-15 se comprenderá mejor, ya que es muy importante que leamos los pasajes bíblicos dentro de su contexto.
   En el Nuevo Testamento tenemos Romanos 1:3-4 en cuyo texto podemos leer lo siguiente:
    “Evangelio que se refiere a su Hijo, nuestro Señor Jesucristo, que era del linaje de David según la carne, que fue declarado Hijo de Dios con poder, según el Espíritu de Santidad, por su resurrección de entre los muertos”.
   También el texto de Romanos 8:34 habla en este mismo sentido.
   Otros pasajes bíblicos que además podemos incluir aquí son Filipenses 2:6-11, 1ª Ti. 3:16 y 2ª Ti. 2:8, por citar sólo algunos. El de 1ª de Timoteo 3:16 es una gran declaración de fe:
   “Dios fue manifestado en carne, justificado en el Espíritu, visto de los ángeles, predicado a los gentiles, creído en el mundo, recibido arriba en gloria”.

   Hasta aquí, resumido, está lo que es la doctrina de la que está hablando el apóstol Pablo en estos pasajes que hemos visto. Esta es la doctrina que hemos de cuidar: que Jesucristo vino en carne, que es el Hijo de Dios, y que por medio de su obra redentora en la cruz del Calvario, tenemos vida y salvación. Porque su sacrificio fue completo, y fue suficiente. Por esto mismo Cristo es el único mediador entre nosotros y el Padre, ya que por medio de él fuimos reconciliados con Dios. Él es nuestro único y suficiente salvador, y sólo Él merece toda nuestra adoración. Tito 3:4-6, 1ª Ti. 2:5, He. 9:24-28, Ro. 5:10.

   Ahora, volviendo al tema de la apostasía, sabemos que esta consiste en extraviarse de la doctrina de Cristo. Por esta misma causa el que se extravía abre las puertas para que espíritus engañadores tomen posesión de su vida. Y como si con esto fuera poco, la confusión y los falsos maestros que traerán falsas enseñanzas, también harán su aparición en la escena.

   Una de las características inconfundibles de la apostasía es negar la suficiencia de la obra redentora de Cristo. Esto significa que las personas apóstatas le agregarán obras, esfuerzo humano, y demás reglas hechas por el hombre; que buscarán hacer ineficaz la gracia de Dios (Ef. 2:8-9, Ro.5:1-2, 8), lo cual queda en completa contradicción a lo que enseña la Biblia. Del mismo modo, cuando se enseña que hay otros-además de Cristo- que pueden mediar entre Dios y nosotros, también se incurre en herejía ya que también se niega la suficiencia de la obra redentora de Cristo. 1ª Timoteo 2:5 refuta claramente esta falsedad, por nombrar sólo un versículo. Porque por supuesto hay muchos más que refutan esto.

   A todo lo anteriormente dicho,  podemos agregar que el espíritu de error o engaño, lleva a que estas personas crean en diversas doctrinas de demonios tales como, el prohibir cosas que Dios nunca ha prohibido. Por ejemplo: el casarse, o el abstenerse de comer ciertos alimentos (1ª Ti. 4:3-5). El por qué sucede esto tenemos la respuesta en el versículo 2 del mismo 1ª Timoteo 4. Porque toda esta gente al desviarse de la verdad tienen cauterizada la conciencia; es decir, que se les ha oscurecido el entendimiento por causa de la acción de los espíritus engañadores en sus vidas.

   Por todo esto de más está decir que si uno acuerda, o hace alianza con este tipo de personas, estaría incurriendo en yugo desigual, algo que la Biblia condena expresamente en 2ª Co. 6:14-16a. Porque si somos luz no podemos tener comunión con las tinieblas, claro está. Esto no es falta de amor, ni religión ni nada de eso. Es respetar lo que la Biblia dice. Por eso, no pretendamos querer ser más buenos que Dios, ya que nunca podremos porque tal cosa no existe. Lo que sí en cambio lograríamos con eso es entrar en desobediencia a Dios, y en apostasía. Para que quede más claro, y para concluir, el pasaje de 2ª Juan 10 y 11 es más que contundente, ya que no deja lugar a dudas:

  “Si alguno viene a vosotros, y no trae esta doctrina, no lo recibáis en casa, ni le digáis: ¡Bienvenido!
    Porque el que le dice: ¡Bienvenido! participa en sus malas obras.”

   Más claro, échenle agua. Por eso no pretendamos querer quedar bien con todo el mundo; no sea que terminemos quedando mal con Dios. Tengamos cuidado con eso. Bendecidos.

   SILVIA’13.