La prosperidad siempre está, aunque no la veas. Tal vez esta
no sea como vos la imaginaste. Pero aún así, la bendición sigue estando porque
Dios sigue estando, y Él no ha cambiado. A lo mejor hasta te sientas defraudado
con Dios porque no te dio ese auto que tanto querías, o no te funcionó ese
negocio en el cual tenías puesta tu esperanza de progresar. Pero dejame decirte
que el ser bendecido no se refleja en el hecho de tener mucho dinero ni
posesiones materiales. Mucha gente hay que tiene estas cosas, y en mucha
cantidad a veces, y sin embargo viven perdidos, miserables, y en maldición.
Porque el ser verdaderamente bendecido no reside en las cosas materiales, sino
en estar en el centro de la voluntad de Dios (Juan 4:34). Por algo el Señor
dice en su Palabra, que su bendición es la que enriquece y no añade tristeza
con ella (Prov. 10:22). Por algo nos dice también, que su reino no es comida ni
bebida. Porque la verdadera riqueza, la verdadera bendición, es la eterna, la
que jamás se corrompe. Porque es la que “acumulamos” en el cielo, donde nada ni
nadie la puede robar, y nunca perece (Mateo 6:19-20). Esa es la bendición que
viene del Señor.
Por eso mismo
también nos dice Dios que no nos afanemos ni preocupemos por las cosas
materiales, ya que Él nos provee de acuerdo a nuestra necesidad. Porque Dios
conoce todo lo que nos hace falta, y nos suple, es que debemos desarrollar
nuestra confianza en su provisión (Mt. 6:25-34). Dios nunca nos abandona ni nos
deja desnudos. Sin embargo, el deseo de Dios es que no nos enfoquemos en las
cosas materiales, que perecen, sino en las eternas, que son las que perduran
(Col.3:2). Porque debemos tener presente que Dios es nuestro proveedor, y que
si confiamos en Él nada nos va a faltar nunca (Salmo 23:1, Filipenses 4:19). Tal
vez todo esto rompa bastante con tu idea de prosperidad, bendición y riqueza
que te habías hecho. Pero esto no quiere decir tampoco que Dios te quiere
pobre, miserable o pasando necesidad; sino más bien todo lo contrario. Es que
Dios es un Dios bueno, misericordioso y no se contradice ni cambia. Si Él cuida
de las aves, cuidará también de ti. Creelo, no lo dudes. El Señor lo dice en su
Palabra en Mateo 6:26-30. Por eso, si el Señor se convierte en tu confianza, y
en tu proveedor, verás que Él nunca te defraudará. Es más, tu provisión está
garantizada porque la verdadera prosperidad no consiste en la abundancia de bienes
materiales, o prestigio, o dinero, y ni aún en muchos títulos; sino en que
nunca nada te faltará. Porque Él siempre estará con vos, y nunca te dejará si
lo buscás con todo tu corazón.