El perezoso
“espiritual” se distingue del perezoso común, o promedio porque, por ahí para
cualquier otra cosa es super laborioso. Pero, cuando se trata de agarrar un
buen libro (sobre todo si tiene muchas páginas), para estudiar, o encarar un
estudio serio de la Palabra
le aflora la fiaca y con ella, las excusas (eso si, espiritualizadas) para
huirle a los libros. Proverbios 6:6-11. Veamos.
1ª parte.
1) En
la Biblia dice
que el mucho estudio fatiga el cuerpo, lo cansa y lo agota. (Ec. 12:12b).
2) El
buscar mucha sabiduría no es bueno porque trae sufrimiento; y el que añade
ciencia, añade dolor. (Ec. 1:17-18).
3) Tampoco
conviene estudiar demasiado porque la letra mata; y el que da vida es el
Espíritu. (2Co. 3:6b).
4) Si
tenemos la unción, conocemos todas las cosas, y no necesitamos que nadie nos
enseñe nada. (1Jn. 2:20,27).
5) No
vale la pena pasársela estudiando, o ir a los mejores seminarios, o tener un
montón de títulos, si no se vive lo que se predica (O estudia).
2ª parte.
Como vemos, todos
estos argumentos suenan muy prolijitos y hasta muy “espirituales”, Pero no son más que meras excusas para
justificar la pereza y la vagancia “espiritual”. Los analizaré de a uno. Aquí
van:
1)
Cuando dice que el mucho estudio fatiga el cuerpo, el
escritor de Eclesiastés está queriendo
decir, que al hombre no le sirve estudiar, escribir muchos libros, afanarse trabajando, etc. Si no puede desarrollar la capacidad de
disfrutar de todas las cosas buenas que Dios le ha dado (Ec. 3:12-13). En esto
también es muy importante tener las prioridades bien colocadas. De lo
contrario, sino también fallamos. Para entender claramente lo que el autor
quiere expresar aquí, será muy provechoso leer todo el libro de Eclesiastés. De
todos modos, sólo tiene 12 capítulos.
2)
Con respecto a que la mucha sabiduría trae sufrimiento,
y la ciencia, dolor; el autor aquí está queriendo explicar que aunque una
persona tenga una gran sabiduría o ciencia, de todos modos hay misterios que
siguen siendo insondables. Por tanto,
así sea para el sabio como para
el necio, siempre habrá preguntas sin respuestas. (Ec. 8:16-17, 12:9, Prov.
1:7, 9:10).
3)
En realidad, lo que mata no es la letra sino la
ignorancia. Pero, si además le agregamos a eso una interpretación errónea de la Escritura, y sacamos los textos de su contexto,
lo errado florece.
4)
Otro ejemplo más de un texto sacado de contexto. Porque
aquí el pasaje bíblico -1Jn. 2:20,27- está hablando de permanecer en Él, y no
dejarse engañar por falsas enseñanzas de falsos maestros. Es muy importante en
este caso, y siempre, leer todos los textos bíblicos dentro de su contexto,
para poder comprenderlos mejor.
5)
Esta es la excusa fácil que pone el perezoso para
evitarse el “engorroso” trabajo de estudiar. El leer, el estudiar y el meditar
en la Palabra
es algo que nunca debe dejarse de lado.(Josué 1:8). Bajo ninguna circunstancia.
El alegar que alguien que se la pasa estudiando, o tenga muchos títulos, o lo
que fuera, no vive de acuerdo a eso...¡No es excusa! Primero, porque Dios no
nos puso para que nos pasemos señalando los errores ajenos. También en esto hay
un dejo de soberbia, ya que la persona que piensa así de alguna manera se cree
mejor que los demás. En este caso, por ejemplo, se cree más espiritual por el
hecho de no ser tan estudioso, y piensa que el que estudió un poco más, el
mucho estudio lo volvió soberbio. Aunque esto a veces pueda ser verdad, no nos
olvidemos que la soberbia es inherente al ser humano más allá de su nivel de
estudios, o académico, o posición social. Segundo, nosotros debemos velar por
nosotros mismos. En la
Escritura dice que debemos guardar nuestro corazón por sobre
cualquier otra cosa (Prov. 4:23). Otras referencias bíblicas: Salmo 119: 97,
105.
Entonces, esto
significa que debemos ser disciplinados y diligentes en estudiar y escudriñar la Palabra. Debemos
buscar buenos recursos y buenos libros
que nos ayuden en nuestra tarea, escuchar buenas enseñanzas, etc. Todo esto por supuesto, acompañado de
oración, comunión diaria con nuestro Padre Celestial, y una buena dosis de
discernimiento espiritual; y buscar cada día la guía y la sabiduría que sólo
puede venir de lo alto (Santg. 3:17-18). Porque el ser estudioso de la Palabra, y el procurar
todo el tiempo sentarse a los pies de buenos maestros, no invalida que uno
también busque crecer espiritualmente, las cosas del Espíritu, y el vivir
diariamente lo que se estudia o predica, que es lo más importante. En
definitiva, esto implicaría que lo uno aprendió no fue de balde ni algo estéril,
sino que dio sus frutos. Es decir, que una cosa no tiene porqué quitar a la
otra.
SILVIA ‘13
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