Al estar en la casa del Padre
gozamos de muchos beneficios. Porque bajo sus alas siempre estaremos seguros y
confiados. Estando bajo su abrigo nada nos faltará, porque Él es nuestro
sustentador. Por lo tanto, la provisión está garantizada si nos ponemos en sus
manos (Salmo 23:1). Por eso es tan importante que recordemos los beneficios de
estar bajo la cobertura de nuestro Padre Celestial. Algunos de ellos son, como
ya dijimos, tener seguridad y confianza bajo el abrigo de sus alas (Salmo 91:1-4).
También el estar en la casa del Padre nos garantiza el tener buen alimento y descanso. Esto quiere
decir, sobre todo, que disponemos de la
mejor calidad de comida espiritual (Salmo 23:2). Porque como hijos de nuestro
Padre Dios, debemos tener sumo cuidado con qué nos alimentamos, ya que hay
mucha comida espiritual adulterada o de mala calidad, dando vueltas. La otra
cosa es, que al sentirnos seguros, nuestra alma puede reposar tranquila porque
sabe que está en el mejor lugar: junto a su Hacedor y Dueño del universo.
Podemos ver en Lucas 15: 11-17 cómo Jesús da el ejemplo de alguien que eligió salirse de la cobertura y protección,
que le daba el estar en la casa de su Padre. Esto fue justamente lo que le
sucedió al hijo pródigo, que quiso vivir una vida independiente de su padre, y
se fue lejos. Pero las consecuencias que ello le trajo fueron de ruina y
destrucción. Al verse tan solo y arruinado, recordó angustiado toda la
abundancia de la que gozaba en la casa de su padre, y al ver su error, se
arrepintió profundamente. Y así un día decidió regresar al lugar de donde nunca
debió haberse ido. Por eso que a través
de esta historia, es que Jesús nos quiere enseñar que, del mismo modo nosotros
no nos debemos salir de su casa, o cobertura espiritual. Porque al alejarnos de
su amparo y abrigo, nuestra vida se vuelve errática y triste. Entonces, también
nos alejamos de su voluntad y perdemos
los beneficios que el estar bajo su cobertura nos da. Tal cual le sucedió al
hijo pródigo. Por eso es tan importante que nunca perdamos de vista todo lo
bueno que tenemos de parte de Dios, si permanecemos en sujeción a Él. Para ser
más claros, esto significa que nuestra confianza y abrigo siempre deberán estar
en el Señor. Porque si perdemos de vista este principio, no habrá cobertura
humana que lo pueda reemplazar, por más bonita y respetable que se vea por
fuera. Con esto no quiero decir que no debamos congregarnos ni nada que se le
parezca, entiéndase bien, ya que el congregarnos es parte de seguir los
preceptos bíblicos. En la
Biblia se nos insta a ser ordenados, ya que a Dios le
agrada el que seamos ordenados. Sabemos
que el tener compañerismo con nuestros propios hermanos en la fe, el recibir
buena enseñanza, etc., es muy importante para todo nacido de nuevo, ya que en
Cristo somos un cuerpo y Él es nuestra Cabeza (Ef. 5:23). Del mismo modo,
tampoco ignoramos que un cuerpo no puede tener dos cabezas. Por lo tanto,
debemos recordar que la cabeza del Cuerpo de Cristo, es Cristo mismo. Todos
nosotros, entonces, somos sólo
mayordomos, lo cual incluye a los que lideran o pastorean la congregación. Por
eso, si nosotros estamos seguros que Él es nuestra cobertura, no andaremos
buscando reemplazos humanos por ahí.
Porque al tener claro todo esto que vimos anteriormente, sabremos con certeza que estamos parados en
el lugar correcto. Es decir, que sabiendo que estamos en el lugar más seguro:
la casa de Nuestro Padre. Él mismo, que nos dio a Jesucristo para que
pudiéramos acceder a su presencia; Él mismo, que nos dio su Espíritu Santo (Jn.
14:15-17a), el cual nos prometió que estaría siempre con nosotros, y que no nos
dejaría huérfanos. Por eso, en Dios, siempre tendremos la mejor cobertura y
respaldo, consuelo y fortaleza (Salmo23:1-3). Porque con Él nuestro destino
será el mejor, ya que estaremos seguros y confiados, en todo tiempo.