lunes, 12 de marzo de 2012

Saliendo de la cueva.

Si hay algo que hoy se nos demanda es mantener nuestra confianza en el. O  decimos tener esa confianza pero a la hora de la verdad no solo cuando todo va mal a veces cuando todo va bien terminamos no confiando en El o dependiendo solo de el.
   Israel dice que se hizo cuevas a causa de madianitas y a pesar de eso igual los robaban, los saqueaban, no les dejaban nada, y eso solo por haber dejado de confiar en ese Dios que los saco de Egipto con mano fuerte, los alimento cada día en el desierto con un alimento nunca antes visto y que no podían guardarlo porque esa era la orden ya que al otro día Dios les daría una vez mas su provisión, era para que confiaran en lo que les prometió.
   Cuanto nos parecemos a ese pueblo , decimos confiar en el pero a la vez dudamos de que mañana a estas horas algo sucederá, nos hacemos cuevas , nos encerramos en nuestros propios conceptos y argumentos llenos de religión y pura humanidad. Lo interesante es que el enemigo esta enterado de lo que encerramos en nuestra cueva por eso hay derecho legal para tocar lo que es nuestro.
   Lo del reino comienza con algo que nos hemos olvidado: arrepentimiento. Creemos que eso solo lo teníamos que hacer el día que nos entregamos y no nos damos cuenta que para cada día necesitamos un arrepentimiento , un cambio en nuestra manera de pensar y de creer para actuar en base de lo que ya se me prometió.
   Este es el tiempo de aprender a confiar plenamente en Dios, ya que Jesús nuestro camino a seguir nos mostró como debemos confiar.
   La mayor tentación no la tienes cada mañana en tu trabajo o en la calle, la tienes frente tuyo cuando tienes que decidir en creerle a Dios o a las circunstancias, o de entender que tengo que darle cada día la gloria a el por todo lo que tengo porque de su mano llego para mi.
  Confianza, fe, dependencia total, arrepentimiento.
Sal de tu cueva no abrigues mas esas cosas que solo hacen que el mundo espiritual vea tu condición y que el enemigo de nuestra alma tenga derecho como los madianitas de robarte lo que por derecho es tuyo.
Te bendecimos. 
Pastores  Julio y María Rosa De León.
Ministerio Jesús la Puerta Abierta.
www.jesuslapuertaabierta.org

miércoles, 7 de marzo de 2012

Lo que implica el servicio.

El servicio a Dios es un  privilegio y una bendición que Él nos concede. Es muy importante que tengamos presente eso. Por lo tanto el servicio es algo que debemos hacer por amor de Su Nombre- Y de las personas, ya que esto es la evidencia visible que lo amamos a Él- con agradecimiento y humildad de corazón.
  
   Básicamente el servicio es un privilegio que Dios nos da de poder bendecir a otros a través del don que hemos recibido de Él. (1 Pedro 4:10). Porque los dones son un regalo del Padre para nosotros.

   El poder servir dentro del cuerpo de Cristo, entonces, implica oportunidad y responsabilidad. Esto es, la oportunidad de ser útil a su obra, para la edificación de la iglesia. (EF. 4:12). Oportunidad también es el poder estar en una congregación donde el cristiano pueda desarrollar lo que Dios le ha dado con libertad. Porque sólo donde hay libertad el Espíritu de Dios podrá moverse y fluir en bendición.

   En lo que respecta a la responsabilidad, podemos ver que es algo que el Señor se lo toma muy en serio. Por lo tanto, lo mismo debemos hacer nosotros. Porque Dios cuando nos da algo, es para que lo utilicemos bien y no para que seamos negligentes ni mediocres en lo que hagamos. (Mateo 25:22-30). No seamos como el siervo negligente, sino como los otros siervos que cumplieron con su tarea.

   Otra implicación muy importante en lo que estamos viendo es, estar donde Jesús está y seguirlo a Él. (JN. 12:26). Esto quiere decir que quien sirve siempre está cuando se lo precisa, y no pone excusas. Una actitud de amable disposición, capacidad para trabajar en equipo, y estar en el momento preciso y en el lugar indicado son algunas de las cosas de mucho valor a la hora de encaminarse al servicio.

   Otro punto a tener en cuenta- y que está estrechamente relacionado con el anterior- es tener una actitud correcta.  Esto es, el ser humilde  de corazón, ser una persona íntegra en todas las áreas de la vida todo el tiempo, ser amables con la gente, etc. Porque a Dios no le gusta cuando alguno se vuelve vanidoso, soberbio, y que rivaliza y compite con los demás. (Filipenses 2:37; 1 Corintios 9:19). A Dios tampoco le agrada cuando ve que los cristianos sirven por jactancia o vanagloria, o que tienen una determinada posición de autoridad y abusan de ella.  Por eso el tener un corazón de siervo, sumiso, amable, que está dispuesto siempre a ayudar en lo que haga falta, y que no busca los primeros lugares ni elevarse sobre los demás (Mateo 20:27-28; Lucas 17:10).  Porque como bien dice el Apóstol Pablo en  Filipenses 2:4 “Porque el servicio no es para provecho propio, sino para ser de bendición a otros”. Por lo tanto, el que no haya comprendido desde un principio esto, quiere decir que todavía no ha entendido nada.

   Algo que tampoco debe quedar afuera en este tema, es que el ser un buen siervo involucra directamente el ser un buen administrador (1Pedro 4:10). Un siervo negligente será un mal administrador; del mismo modo el que fue fiel en lo que se le encomendó, fue aquel que supo administrar correctamente los recursos de su Señor y fue compensado por eso.

   Porque el servicio a Dios, el ser un buen siervo trae favor y recompensa de parte de Él. No lo olvidemos. (JN. 12:26b). Nuestra recompensa viene del Señor, no de la gente. Por eso el servirle a Cristo siempre trae las mayores bendiciones.

   

martes, 6 de marzo de 2012

Paz en la tormenta.

Aunque suene extraño para el común de las personas; nosotros, como cristianos,  sabemos que aún en el medio de la peor tribulación o tormenta podemos tener la paz de Dios en nosotros. Es decir, la confianza depositada en que el Señor es lo suficientemente fuerte y poderoso para librarnos de cualquier circunstancia por más adversa que esta sea. Su brazo siempre está extendido para  ayudarnos porque grande es su poder y no tiene límites.

   Podemos ver, por ejemplo, en el libro de Mateo  8: 23-27 como Jesús calma la tormenta por más que esta era sumamente fuerte. Esto nos hace comprender como él tiene el control aún sobre la naturaleza. Su poder y autoridad no tiene límites. Por eso también reprendió a los discípulos por causa de la falta de fe que ellos demostraron al dejarse invadir por el temor. Porque el Señor en todo tiempo nos podrá ayudar, pero siempre de acuerdo a nuestra medida de fe. Además vemos en Mateo 14:22-32 que Jesús hace caminar a Pedro sobre el mar. Asimismo apreciamos aquí que, mientras Pedro mantenía los ojos en Jesús, caminaba firme sobre el agua; pero, apenas los quitó comenzó a hundirse. Tanto era lo que se hundía, que el Señor tuvo que extender su mano y sacarlo.

   Todo esto nos enseña que mientras mantengamos los ojos puestos en Jesús, no va a haber tormenta que nos volteé. Porque en Cristo podremos tener paz y confianza en que Él nos sostendrá en todo momento. Esto es, si permanecemos enfocados y conectados con él. También vemos, en el pasaje antes nombrado, que en cuanto Pedro quitó los ojos de Jesús, vio que estaba parado sobre el agua y tuvo miedo, y ahí mismo comenzó a hundirse. Del mismo modo, si nosotros sacamos la vista de Jesús, y comenzamos a mirar el agua de los problemas en vez de mirarlo a él, sucederá que nos entrará el temor y la duda, y comenzaremos a hundirnos. Pero aún así, si nosotros reaccionamos y clamamos a él, el Señor en su misericordia  extenderá su mano a favor nuestro y nos sacará del lodo cenagoso de las circunstancias adversas. Por eso es muy importante que nunca le demos lugar al temor ni a la duda que el enemigo querrá sembrar en nuestras vidas. Mantengamos siempre la mirada en Cristo en todo tiempo. Confiemos en él siempre, que su poder y misericordia jamás se agotarán. Creamos a su Palabra que es fiel y verdadera, que nunca falla ni miente. Recuérdalo.

      Por último, veamos que en Isaías 43:2-3,5,16,19b dice:

   “Cuando pases por las aguas yo estaré contigo; y si por los ríos, no te anegarán. Cuando pases por el fuego, no te quemarás ni la llama arderá en ti.”

   Hermosa palabra en  verdad. Por eso cuando creas que tus circunstancias son tan terribles y que las tormentas en tu vida arrecien, recuerda al Dios en que tú crees y clama a él. Porque el Señor es el mismo siempre y su brazo extendido te sacará aún de lo más profundo y te levantará.