lunes, 29 de noviembre de 2010

Al venir ante Su Presencia

   En el Salmo 100 se habla de cómo debemos venir ante la presencia de Dios. Porque es importante que lo hagamos de la manera correcta.

   Aquí en este salmo, observamos con qué actitud venía el pueblo de Israel ante Dios. Podemos ver que es un himno de acción de gracias que ellos entonaban mientras iban entrando al Templo. Entonces, vemos que Dios se agrada que nos presentemos ante él de la manera correcta.

   Primeramente dice en el versículo 1 que debemos venir cantando alegre al Señor. Esto significa entrar ante su presencia con alegría (v.2). Porque es importante que lo hagamos con una actitud de regocijo. Aquí habla también de servirlo con alegría. Es algo contínuo, diario, no algo pasajero. Más aún, en Filipenses 4:4 dice que debemos regocijarnos, alegrarnos, en el Señor siempre. Todo el tiempo. En cualquier circunstancia.

   Asimismo podemos notar que dice en el versículo 4, que también debemos venir ante su presencia con acción de gracias. Es decir, con una actitud de agradecimiento. Porque a Dios le agrada la gente agradecida, no sólo con él sino también con las demás personas. No es algo bueno ser desagradecido. Por eso que debemos ser personas agradecidas siempre. En Efesios 5:20 y 1ª Tes. 5:18 habla de cuán importante es para el Señor todo esto.

   Luego en el versículo 4 dice otro requisito de cómo venir ante él, que está estrechamente relacionado a los anteriores: se debe hacer con alabanza. Esto es, con una actitud de alegría y de gozo. No de queja ni de lástima. Tanta es la importancia que Dios le da al tema que aún en el Nuevo Testamento, habla de
cantar y alabar al señor en nuestros corazones (Ef. 5:19), y hasta en nuestra manera de hablar nos dice que debemos también glorificarlo.

   Asimismo vemos que en los versículos 3 y 5 nos explica el por qué  o la razón para hacer esto: la primera es porque él es Dios, y él nos creó. La segunda es por su bondad y misericordia que es para siempre. Misericordia viene del hebreo “hesed”, y esta palabra encierra la idea de bondad, lealtad y amor. Y la tercera razón: por su fidelidad, que no tiene fin. En el Salmo 108: 4 dice que su fidelidad llega hasta el cielo. Esto quiere decir que Dios es fiel porque siempre cumple sus promesas. Todas estas son razones más que suficientes para que vengamos ante él con un corazón alegre y agradecido.

   Es muy importante que todo esto sea algo contínuo en nuestras vidas, y no nos desanimemos por nada de este mundo. Cuando el desánimo quiera atacar nuestra vida, tenemos que pensar en el Dios tan grande que tenemos.


   Entonces, como dijimos antes, debemos venir ante su presencia con una actitud de regocijo, de acción de gracias y de alabanza por lo que él es, por lo que él hizo, y por su bondad y misericordia sin igual. Porque Dios es fiel en cumplir lo que promete. Por eso, tenemos que estar alegres, gozosos y agradecidos siempre.
  Silvia ‘10

sábado, 20 de noviembre de 2010

Ordenando la casa

   Lo que uno guarde en el corazón y en la mente es lo que determinará nuestras actitudes, nuestra forma de actuar en la vida. Por eso el hecho de revisar nuestro andar debe ser algo diario, que nunca descuidemos.

   Para graficarlo, podríamos decir que así como nosotros nos preocupamos porque nuestra casa natural, física, esté limpia y ordenada; del mismo modo debemos hacerlo con la casa espiritual de nuestra vida, nuestro corazón.

   Entonces, de la misma manera es importante que tanto como limpiamos y ordenamos nuestra casa todos los días, tenemos que hacerlo también así en lo concerniente a nuestra vida espiritual. ¿Y cómo? Muy simple: autoevaluándonos del siguiente modo: revisando las distintas habitaciones de nuestro “hogar”; es decir, el corazón, la mente y las actitudes.

   En primer lugar, es sumamente importante el corazón, lo que está más adentro y que nadie ve, pero DIOS LO VE.

   Porque de lo que haya en nuestro corazón es de lo que hablará nuestra boca. No por nada en Lucas 6: 43-45 Jesús dijo que por sus frutos los conoceríamos porque de la abundancia del corazón habla la boca. También dijo que un árbol malo no puede dar buenos frutos como así tampoco un árbol bueno puede dar malos frutos.

   Asimismo debemos revisar la “habitación” de nuestra mente. En qué pensamos más; los demás no lo saben pero DIOS SÍ LO SABE.

   Filipenses 4: 8-9 nos da una clara indicación de cómo deben ser nuestros pensamientos.
  
   Lo que pensamos, TODO lo que pensamos, ¿ Está de acuerdo siempre con la  Palabra?

   Por eso tiene tanto valor que renovemos a diario nuestra mente con la Palabra. (Ro. 12: 1-2). Es decir, debemos leerla y meditar en ella todos los días(Josué 1:8).


   Porque de acuerdo a lo que haya en nuestra mente y corazón, es de lo que hablará, o confesará nuestra boca; y eso es lo que reflejarán nuestras actitudes.

   Lo tercero que hay que revisar, continuando entonces con esta enumeración, son las actitudes. Porque las actitudes son el reflejo de lo que hay en la mente y el corazón. Esto es, lo que las personas ven, y también lo que no ven. Pero, DIOS SABE Y VE TODO, SIEMPRE. Por eso de acuerdo a tu siembra (Actitudes), será tu cosecha (Consecuencia directa de tus actitudes). No hay otra manera, ya que Dios no puede ser burlado (Gá. 6: 7-8).

   También en Gálatas, pero 5: 16-23, se enumeran las obras de la carne y el fruto del Espíritu. Debemos examinar cuáles son las que prevalecen en nuestras vidas, y evitar tener toda actitud contraria a lo que manda la Palabra (Ef. 4: 29-32).

   Por lo tanto, tenemos que ser vigilantes con lo que se almacena en nuestra mente y corazón, para que estos no sean contaminados ( Mt. 15: 17-20).

   Entonces, es por esta razón que no debemos descuidar el limpiar y el ordenar la “casa” de nuestra vida ni un solo día.

   Por eso mismo, para que esto sea así, tenemos que cuidar lo que entra en nuestro corazón, y en nuestra mente. Porque esto es lo que determinará nuestras actitudes y forma de actuar. Porque si queremos ser bendecidos y que nos vaya bien debemos actuar en lo principios de la Palabra; y si en algo le hemos fallado abogado tenemos (1Jn. 1:9), que nos perdona y defiende.

   Para finalizar, si nos determinamos a permitirle a Dios que sea él, quien ordene nuestros pasos (Salmo 119: 133), nuestra “casa” siempre; entonces esta estará ordenada  y bendecida porque no se acumulará el desorden ni los desperdicios en su interior.
SILVIA